HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Cuando el Señor acabó de hacer la Tierra no le gustó cómo le había quedado.
Y es que el mundo era sólo una esfera sin relieves, llana como un calvero inacabable; monótona planicie que se extendía hasta donde los ojos podían alcanzar, y aun más allá. Ni una altura había en esa monda esfera, y tampoco la más leve depresión.
-Esto no sirve -meditó el Señor.
Y así diciendo tomó a la Tierra en una mano y la arrugó como un papel que va a tirarse al cesto de basura.
Entonces ¡oh milagro! la Tierra quedó llena de montañas, de profundos abismos, de valles anchurosos, de oteros y colinas. En las alturas de los picos enhiestos hubo nieve; soles de plomo en el desierto; lluvia eterna en las selvas; brisa con cantos de aves en los bosques; furia de cataclismo en los escollos donde chocaba el mar...
A Dios le gustó aquello y ya no echó la Tierra a la basura.
Nosotros sí la estamos echando. Pero eso no podía saberlo entonces el Señor.
¡Hasta mañana!...