John Dee, filósofo, alquimista, se propuso fabricar una brújula con sus propias manos.
Llenó un pequeño vaso con aceite y puso en él una aguja que previamente frotó con fuerza en su cabello. La aguja se movió, pero no apuntó hacia el Norte.
-Tu brújula no sirve -le dijeron a Dee, burlones, sus amigos.
Sin embargo el filósofo observó hacia dónde señalaba la aguja de su brújula. Apuntaba hacia la casa de aquella muchacha rubia que sonreía siempre al verlo.
Esa tarde John Dee buscó a la doncella, y le habló. Al día siguiente la hermosa joven se fue a vivir con él.
-Tu brújula no sirve -seguían diciendo los amigos del filósofo. Él contestaba, sonriendo también:
-Es la mejor brújula del mundo.
¡Hasta mañana!...