Cuando encuentro una palabra bella siento lo mismo que si hallara una preciosa joya. He aquí la última que recogí: "cuncurumbillos".
¡Qué linda palabra ésa! Se oye como un poema de Nicolás Guillén. Y su significado es igualmente hermoso: llevar a alguien en cuncurumbillos es llevarlo a horcajadas sobre los hombros.
Suelo cargar así a mis nietos pequeñitos. Para ellos soy arca de Noé: lo mismo hago de león contra el que luchan que de mono que les hace monerías o de caballo que los pasea por el jardín. Ahora llevo sobre mis hombros a Eugenio, el más pequeño. Él ríe, jubiloso, mientras sacude al aire sus caudalosos rizos de ángel.
Yo soy feliz cuando lo llevo así, a horcajadas.
Y más feliz me siento ahora que sé que lo llevo -en la boca se me deslíe la frase, igual que un caramelo- en cuncurumbillos.
¡Hasta mañana!...