SI POR ALGO se ha significado el Estado mexicano a sus tres niveles, es por su falta de capacidad y voluntad para perseguir y sancionar en derecho a los delincuentes.
LA IMPUNIDAD ha sido la divisa distintiva de nuestro sistema policiaco en la investigación de los delitos. En México cualquiera puede asesinar a un semejante y no pasa nada.
Cualquier malandrín está en posibilidad de defraudar una ciudad completa, (pirámides, cajas de ahorros, tandas) y las cosas siguen la calma chicha.
DELITO QUE NO es en flagrancia jamás podrá ser esclarecido. Nuestros agentes del Ministerio Público que son precisamente los encargados por Ley, de la persecución de los delitos, son señores apoltronados en cómodos sillones, carentes de celo profesional y mucho menos con pasión por la justicia.
LOS CIUDADANOS dañados por la delincuencia deambulan como miserables fantasmas en oficinas y pasillos del Ministerio Público o de los Juzgados penales, mendigando se les haga justicia, sin que nadie se atreva a dejar de lado el café, el refresco o la torta que está engullendo, para entrarle con celo profesional a la investigación de los delitos, encontrar a los presuntos responsables, lograr su consignación ante un juez, probar la culpabilidad, obtener una sentencia condenatoria que tranquilice a la sociedad y que justifique así el sueldo que todos les pagamos.
LOS ASESINOS caminan por nuestras calles, restaurantes, cafés, cines o eventos deportivos con la plena seguridad que no serán molestados por nadie. Jamás habrá un persecutor de delitos que los pueda alcanzar, mucho menos detener. Se ha llegado a tal grado de cinismo e impunidad, que basta con que se diga que una serie de crímenes es producto de ?un ajuste de cuentas?, para darle el clásico carpetazo.
SIENDO ASÍ LAS COSAS, mejor sería reformar los códigos penales de todo el país en su capítulo del homicidio para establecer: que tratándose de un homicidio como motivo de ajustes de cuentas, no se entenderá como tal por lo que no será perseguible ni punible.
NUESTRAS AUTORIDADES policiacas y ministeriales capacitadas únicamente para perseguir borrachines, automovilistas sin placas o para extorsionar antros, no para la persecución de la delincuencia.
MUCHOS OPINADORES piensan que para una efectiva persecución de la delincuencia se necesita gastar muchos recursos económicos en laboratorios forenses, de criminalística, centrales y bancos de datos con imágenes y dactilografía, médicos, peritos y técnicos en múltiples disciplinas y en esto, estamos de acuerdo con todos ellos.
PERO LO QUE realmente se necesita es que los encargados de la persecución de la delincuencia sean en verdad honorables, que tengan un gran celo profesional por que la Ley sea cumplida y la una voluntad férrea de terminar con la impunidad. Y ESTO SERÍA como pedirle peras al olmo. Comentarios: victorgonzalezavelar@yahoo.com.m