LA GUERRA en contra del narcotráfico es una guerra sin fin. Sobre ese principio el Estado sabe que no podrá ganarla. El Estado sabe que nunca podrá alzarse con la victoria en contra de este flagelo que hasta ahora, ha puesto de rodillas a las instituciones del país y ha deteriorado el sistema de derecho que se supone nos rige.
EL NARCOTRÁFICO se sustenta en una de las leyes más poderosas que rigen la economía de los pueblos y en todos los tiempos: la ley de la oferta y la demanda. Esta ley es tan poderosa y tenaz como la misma ley de la gravedad que rige el universo.
EN TORNO DE LA LEY de la oferta y la demanda es que gira ese gran mercado incontrolable. Este férreo círculo no podrá ser roto jamás, si no se llega a pulverizar el último eslabón de esa cadena que es el consumidor.
LA DEMANDA es la reina de las leyes en un sistema económico globalizado como en el que vivimos. Si hay demanda habrá oferta. Esto quiere decir que entre tanto existan consumidores de drogas existirán los proveedores de esas drogas para satisfacer esa necesidad. El Estado podrá llegar a encarcelar al cien por ciento de los elementos que concurren en la cadena del narcotráfico, pero al final surgirán otros miles de proveedores. Tenemos un mercado de consumidores que vale más de 500 mil millones de dólares al año y este mercado jamás será abandonado.
EL ESTADO PODRÁ implementar operativos como lo hemos visto estos últimos días, pero no logrará absolutamente nada. Los narcotraficantes se repliegan por unos días mientras las aguas retornan a niveles y una vez que la sociedad civil comienza a protestar por las formas y maneras de operar de los retenes, el Estado volverá a su habitual rutina.
HABREMOS DE RECORDAR a los famosos ?gángsteres? de Chicago en los años veinte, que surgieron precisamente con motivo de la Ley de Prohibición que penaba la producción, transporte, distribución pero curiosamente no, el consumo de alcohol.
ABOLIDA QUE FUE la controvertida ley, desaparecieron como por arte de magia los famosos ?gángsteres? traficantes de alcohol, lo que permitió al género humano seguir festivo y alegre con su muy habitual y querida adicción de beber de todo de manera libre y públicamente,
SIENDO REALISTAS todos sabemos que el consumo y la adicción a estupefacientes no terminarán jamás, como no terminará jamás la del alcohol, el tabaco y similares. Pensar lo contrario es desconocer la propia naturaleza humana.
ESTO NOS LLEVARÍA a una conclusión: que la única manera viable y posible para erradicar el poder real del narco y todas sus terribles secuelas, sería la legalización de los estupefacientes. Muerto el perro se acabó la rabia. Al momento de que la droga se ponga a peso el kilo los cárteles buscarán otro tipo de negocio. Suena raro, pero así es.
ALGUNOS SE PREGUNTARÁN: ¿Y qué pasará con el pueblo llano? Pues el adicto a las drogas, al alcohol o al tabaco seguirá consumiéndolos con o sin prohibición como lo ha venido haciendo hasta la fecha.
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