COMO SI NO tuviéramos ya tantos problemas en este país, resulta ahora que reaparece el que se hace llamar Ejército Popular Revolucionario (EPR), quien se atribuyó el haber cometido una serie de sabotajes en contra de Pemex, la empresa que es propiedad de todos y cada uno de los mexicanos.
LOS DAÑOS CAUSADOS y cuya reparación finalmente la pagaremos todos nosotros, profesionistas, campesinos, ejidatarios, agricultores, los pobres, ricos, millonarios o miserables mediante el los impuestos, ya están hechos.
EN ESTOS ATENTADOS apareció nuevamente la mano de los señores de la APPO de Oaxaca, manipulados por el inolvidable Flavio Sosa, alias el “Trucutú” y los saboteadores reclaman, entre otras peticiones, que renuncie Ulises Ruiz el gobernador de Oaxaca y les haga entrega el Gobierno Federal de tres participantes en los motines de Oaxaca de 2006 y que se encuentran desparecidos.
EL HISTORIAL DELICTIVO de estos nuevos salvadores de la patria es largo y diverso: en junio de 2006 robaron mil “salchichas” de gel explosivo que intentaron detonar en Periférico Sur frente a Bancomer Picachos; en mayo realizaron tres atentados en sucursales bancarias en Jiutepec en Morelos y se dice que fueron también, los causantes de las explosiones en el edificio del PRI nacional y en el Tribunal Electoral.
LA POLÍTICA DE ESTE grupo de saboteadores se centra, por lo pronto, en no causar heridos ni muertos en la población civil, pues esto les acarrearía el odio y repudio del pueblo. Su meta es dañar la economía del país, destruyendo sus principales fuentes de abasto energético, con el natural efecto domino y además lograr un impacto mediático en la población.
EL ATAQUE Y DESTRUCCIÓN de las instalaciones de Pemex, nos recuerda aquellos viejos tiempos en que Andrés Manuel López Obrador y un grupo de seguidores, se dedicaron a dinamitar y “ordeñar” los gasoductos y tomar posesión de pozos petroleros, para después exigir a Pemex una jugosa indemnización en efectivo.
POR LO PRONTO a este ya de por sí sufrido México, se le viene a sumar, además del crimen organizado, el problema del sabotaje. En el caso, los saboteadores no cometen sus delitos para tratar de derrocar a un régimen despótico, dictatorial que pisotea los derechos y garantías de los mexicanos. Se trata únicamente de una perversa voluntad para destruir por destruir, un patrimonio que es de todos los mexicanos.
POR LO PRONTO ya tenemos ahora una nueva preocupación nacional. Estamos por otra parte ciertos y por fortuna, que no durará mucho tiempo. El EPR se replegará a sus escondites naturales en espera de una mejor oportunidad para tratar de dejarnos sin energía eléctrica, combustibles e hidrocarburos.
EL CONSUELO QUE NOS queda, es que este tipo de delitos es muy de los tiempos en que vivimos. Países con organizaciones policiacas perfectamente entrenadas y muy bien informadas, han sufrido también ataques criminales. Bástanos recordar el asunto de la Torres Gemelas, los sistemas del Metro en Londres y en Madrid por señalar los mas significativos.
AUNQUE MAL de muchos, sea consuelo de tontos, como dicen los clásicos.
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