EL EQUILIBRIO de un sistema realmente democrático es difícil. Sus mecanismos de operación se asemejan a las complejas máquinas de relojería, que mientras dan la hora exacta nadie se da cuenta de su funcionamiento y lo dan por un hecho; pero cuando no se comportan correctamente sus manecillas todo mundo protesta y la vida cotidiana de los hombres se puede llegar a trastocar.
DEL MISMO ESTILO es la naturaleza de la democracia. Mientras funciona todo mundo se manifiesta conforme y satisfecho; pero si se llega a descomponer el proceso electoral, la población toda, levanta acusaciones contra los órganos encargados de los procesos electorales y los tribunales encargados de calificarlas.
TODO ESTO VIENE a colación con motivo de la reforma electoral que se esta cocinando en el Congreso local de Coahuila, para aumentar el por ciento de votos que en una elección, deberán obtener los llamados partidos de la “chiquillada”. Actualmente el porcentaje necesario para que los partidos puedan mantener su registro y prerrogativas es de 2.5%. La iniciativa propone incrementarlo al 3.5%.
¿CUALES SERIAN LAS CONSECUENCIAS políticas y electorales de una decisión de esta naturaleza? Por lo pronto, en los cuatro municipios de la Comarca Lagunera en Coahuila habría una reducción de los 58 integrantes, que actualmente son miembros de la oposición en los cabildos, se reduciría su presencia como oposición a 44 miembros, esto es, 14 menos que en la actualidad.
DESDE LA REFORMA ELECTORAL que hiciera el presidente López Portillo bajo la guía de Don Jesús Reyes Heroles, la democratización del sistema político mexicano se inspiró muy especialmente en el respeto a la voluntad de las minorías, y a la necesidad de incorporar a ese pequeño pero activo sector de la población del país, a la toma de decisiones.
ESTE PRINCIPIO TIENE profundas raíces democráticas muy estudiadas por los autores del derecho público, los constitucionalistas y los teóricos del Estado, de donde sus principios no han sido cuestionados hasta la fecha.
SIN EMBARGO, el proyecto de reforma que obra en la legislatura local para su estudio, podría llevarnos al pasado que desconocía el derecho de las minorías y lesionar, no únicamente a los actuales partidos como el Partido del Trabajo (PT), Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Alternativa Social Demócrata, Nueva Alianza (PANAL) y Cardenista Coahuilense (PCC), sino retrotraerse al pasado y desconocer un derecho inalienable e históricamente reconocido por las leyes, que busca en justicia que las minorías también tengan voz y voto en las decisiones de los ayuntamientos de sus municipios y en el congreso local.
MUCHOS PODRÍAN DECIR y quizá con razón, que la democracia nos esta costando muchísimo dinero a los mexicanos. Nadie duda que eso es cierto; pero la paz social, la convivencia en armonía de todos con todos y un sistema democrático operante con partidos políticos, con reglas y procedimientos, con estricta vigilancia y calificación de elecciones y la participación de las minorías, tiene su costo.
LA DEMOCRACIA es cara, las dictaduras son muy baratas.
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