NUEVAMENTE Y COMO si estuviésemos aún en pleno siglo XIX, asoma en las notas de prensa el manoseado, llevado y traído asunto de los Fueros. Este tema fue unos de los debates más intensos de nuestra vida política nacional y a la fecha parece que no hemos sabido resolver de manera definitiva.
DESDE LOS TIEMPOS de la consumación de nuestra independencia, desde el imperio de Agustín de Iturbide, de los tiempos del inefable Antonio López de Santa Ana, de la guerra de tres años, el imperio de Maximiliano, la lucha de los liberales con Don Benito Juárez, del Porfiriato, de la Revolución de 1910 en sus diversas etapas y con sus diversos caudillos, bueno, hasta los tiempos del mismísimo Carlos Salinas de Gortari, en México ha sido un tema central del debate político el de los fueros.
TODO ESTO VIENE a colación, con motivo del juicio penal que se tramita ante la justicia en los Ángeles California, por las denuncias que hizo el ex sacerdote Joaquín Aguilar de haber sido abusado sexualmente en México por el sacerdote Nicolás Aguilar.
SE TRATA DE OTRO MÁS de los cientos de juicios que por este delito, han sido acusados altos dignatarios de la Iglesia Católica Apostólica y Romana en los Estados Unidos de Norteamérica, las que en pagos y gastos por daño a las víctimas, ha originado la quiebra de varias diócesis locales, muy principalmente las de Boston, en donde los señores purpurados parecen ser peligrosamente adictos a los niños.
POR LO QUE RESPECTA a nuestro país, han sido muchas las demandas y denuncias que se han hecho con relación a este feo asunto de los pederastas; sin embargo, poco o nada se ha hecho por parte de la justicia de los hombres. En los casos de las denuncias que hacen las victimas de abuso sexual, los jerarcas de la Iglesia, como si viviéramos en tiempos de la Inquisición, argumentan que es la propia Iglesia la única competente para juzgar a sus miembros y jerarquías, haciendo valer un fuero que legalmente ya no tienen y de esta manera sustraen a los pederastas de la justicia del Estado.
POR LO PRONTO el Primado de México, Don Norberto Rivera Carrera, tendrá que desahogar una diligencia como testigo, en relación al proceso penal por pederastia que se sigue en contra del sacerdote Nicolás Aguilera, diligencia judicial que el purpurado prometió despachar sin chistar.
LO MÁS CURIOSO de este caso, es que el Clero mexicano ahora sí aceptó sumisamente testimoniar ante un funcionario, por cierto muy menor, de la Administración de justicia norteamericana, sin escudarse en el Fuero que siempre y prepotentemente arroja en la cara a cualquier autoridad, cuando de comparecer ante la justicia mexicana se trata.
LOS MALOS SERVIDORES de Dios están cosechando lo que sembraron. No quisieron limpiar de mercaderes el templo y ahora pagan sus consecuencias.
YA LO DIJO el Maestro: Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César pero esto tan claro y sencillo nunca lo han querido entender.
Comentarios gaasoc@hotmail.com