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Mirando a fondo

Víctor G. González Avelar

POR LO GENERAL las clases de altos ingresos, las mismas clases medias y las medias bajas, desconocemos la magnitud real del problema que representa la hambruna en nuestro país y en el mundo en general.

SABEMOS QUE EXISTEN regiones marginadas en México en las que su población no cuenta ni con los más elementales satisfactores para la sobrevivencia diaria; la realidad es que nunca hemos profundizado en la magnitud de este grave asunto que tiene postrados y sin esperanzas a millones de mexicanos.

EN ÉPOCA PASADAS la población se dispersaba principalmente en pequeñas comunidades rurales en las que pasaban el mayor tiempo de su existencia. En torno de un pobre jacal la familia se defendía de la vida sembrando algunos surcos con maíz o frijol, pastoreando algún ganado menor que les daba algunos litros de leche o produciendo legumbres en sus parcelas.

ERAN LOS TIEMPOS en que los mexicanos del campo se autoalimentaban y lograban así su supervivencia y la de su familia sin caer en la miseria. Años en los que podemos afirmar había pobreza, pero no hambruna. Sin embargo las cosas cambiaron de manera radical. Con la migración de los campesinos a los grandes centros urbanos y al vecino país del norte en busca de mejores oportunidades, los nuevos habitantes de la ciudad se vieron de inmediato inmersos y materialmente presos en las llamadas ciudades de cartón, en los barrios mas pauperizados de México.

DE ESTA MANERA los inmigrantes se convirtieron en seres mucho más pobres de lo que habían sido antes de llegar a la gran ciudad. Primeramente ahora tenían que conseguir un techo en dónde vivir; un sistema de agua potable y de drenaje; escuelas, transportes, energía eléctrica y lo que era más importante: un trabajo remunerativo y suficiente para sostener una familia.

NADA DE ESTO FUE posible que consiguieran. Los terrenos en donde asentaban sus casas de cartón eran terrenos irregulares sin títulos de propiedad. Simple producto de una invasión manejada por líderes vivillos y explotadores. El trabajo que buscaban era imposible de conseguir por la falta de estudios y capacitación y los alimentas básicos, ahora los tendrían que comprar en la miscelánea de la esquina.

POR LO QUE RESPECTA los campesinos que se quedaron en sus tierras, las cosas les fueron aún peor. Faltos de recursos financieros y tecnológicos para hacer producir el campo, empezaron a languidecer y morir en medio de una hambruna generalizada; sin embargo, los que pudieron brincar el Río Bravo, unos murieron y otros viven a salto de mata en el país del Sueño Americano.

FRENTE A ESTE desalentador espectro, convive con nosotros la increíble incongruencia del desperdicio y tiradero de alimentos cada día, por la cantidad de 40 millones de toneladas de fruta, de verdura, de huevo, de carne, de muchos productos que, a veces, no tienen mercado”.

ESTA ENORME CANTIDAD de alimentos desperdiciados, podrían ayudar a alimentar a 14 millones de mexicanos que duermen todas las noches sin alimento alguno en el estómago. Ésta sería solamente una medida paliativa y no de fondo a tan enorme problema; pero de algo serviría llegar a tomar medidas y organizar las cosas para canalizar tanto desperdicio y tiradero de alimentos.

PERO SI LA SOCIEDAD y el Gobierno no toman, ahora y ya, las medidas pertinentes para lograr atemperar este enorme problema de la hambruna, no será difícil que veamos en nuestras calles y más pronto de lo que todos creemos, cosas terribles.

Comentarios: vggavelar@hotmail.com

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