DESDE LA FORMACIÓN de los primeros partidos políticos y agrupaciones de ciudadanos para acceder al poder mediante los sistemas de elección por voto libre y universal, los integrantes de esos partidos o agrupaciones se pronunciaban por una serie principios ideológicos y plataformas de acción política, que pasaban a formar parte de su misma personalidad y normaban para bien o para mal, su desempeño en la comunidad a que pertenecían.
LOS MILTANTES, activistas o los simple simpatizadores buscaban en última instancia el poder político esgrimiendo, propalando y sosteniendo una serie de bases ideológicas encaminadas al mejoramiento de su comunidad.
PODRÍAN SER UNOS monárquicos; otros imperialistas o centralistas; algunos republicanos o liberales; algunos conservadores; los había comunistas, socialistas, republicanos, liberales y así hasta el infinito. Pero siempre se daba la circunstancia de que los principios que sustentaban formaban parte de propio ser y los respetaban a ultranza.
AQUELLOS principios de carácter ideológico-político los sostenían y defendían por sobre todas las cosas, aun a riesgo de su propia vida, de sus propios intereses económicos y los de su familia. Liberal hasta su muerte Benito Juárez; monárquico hasta su fusilamiento Agustín de Itubide y Maximiliano y sus conservadores; liberales por siempre Juan Antonio de la Fuente, Francisco Zarco, Altamirano; socialista hasta su asesinato Emiliano Zapata y demócrata toda su vida Francisco I. Madero.
Y ASÍ PODRÍAMOS SEGUIR mencionando políticos de verdaderas convicciones, respecto de los cuales el pueblo sabía perfectamente a qué atenerse con ellos; pero ahora resulta que nos han aparecido como hongos una nueva clase política que carente de los más mínimos principios político-ideológicos se pasan la vida “chaqueteando” de un partido a otro cuando el suyo de origen no les hace el contentillo de postularlos a un cargo de elección que creen merecer.
TODO ESTO VIENE al tema con motivo de la resolución emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación que dejó sin efectos la reforma electoral promovida por el gobernador Moreira Valdés ante la Legislatura local, aprobada en el mes de agosto pasado.
LA LEY “ANTICHAQUETEO” establecía: que todo aquel que por motivos de haber sido rechazado por el partido en que militaba, su candidatura a los cargos de gobernador, alcalde o diputado local, quedaba inhabilitado para jugar por cualquier otro partido que no fuera al que pertenecía.
LA REFORMA ELECTORAL aprobada por el Congreso Local de Coahuila, tenia su razón de ser, tanto histórica como por transparencia y honestidad política por parte pues se buscaba evitar el “chaqueteo” y el engaño en perjuicio de los electores.
ESTOS ÚLTIMOS AÑOS la sociedad mexicana ha visto con risa, sorna e ironía, cómo algunos sujetos se presentan ante los electores una vez pintados de azul, otra vez pintados de amarillo o las más de las veces como simples tránsfugas en busca del poder por el poder mismo y llorando para poder adherirse a la sagradísima nomina, sin importarles burlar o engañar a un electorado todavía inmaduro y poco perspicaz.
PENSAMOS QUE LAS LEYES deberían ayudar a la sociedad para que a nuestro electorado por lo general inmaduro y de memoria muy flaca, no sea sorprendido o engañado por los señores “chaqueteros”,
LA REALIDAD ES que nuestros “chaqueteros” no sostienen ningún tipo de principio ideológico, es por ello que sus campañas electorales son un notorio engaño para la ciudadanía. El día de ayer gritaban enardecidos a favor de su partido y su programa de acción; pero eso sí, a la semana siguiente sin ninguna vergüenza ni decoro vociferan delirantes para defender un nuevo programa de Gobierno y acción política, totalmente opuesto al que apoyaban la semana anterior.
HABRÁ TIEMPO para pensar la manera de que los “chaquetas” no sigan engañando al electorado.
Comentarios vggavela@rhotmail.com