EN DÍAS PASADOS los mexicanos pudimos ver el deprimente espectáculo que hicieron los más de 400 aspirantes registrados para ocupar la Presidente y las dos Conserjerías Electoral del Instituto Federal Electoral Estos distinguidos mexicanos se tiraron al ruedo, la mayoría de ellos sin duda de manera inocente, pero eso sí, sin recato alguno le hicieron saber a millones de mexicanos de este país, su indeclinable amor y pasión por la democracia y sus sagradas instituciones.
RASGÁNDOSE LAS VESTIDURAS clamaron al cielo para que el IFE, ahora sí, sea el verdadero instrumento que México necesita, para arribar triunfante a la nueva democracia.
ENTRE LOS más de 400 registrados, sin duda había algunos que de una u otra manera ya habían participado en los asuntos públicos relacionados con los procesos electorales, las elecciones, su calificación, etc. Otros cientos, en su vida habían tenido ingerencia en tareas tan delicadas como es lidiar con los nuevos monstruos de la política nacional; los Partidos Políticos. Además hubo entre los aspirantes reconocidos académicos, activistas de los derechos humanos, poetas, escritores sin libros publicados, políticos en la banca, electricistas, taxistas y los más de ellos, desempleados que en algún momento de su vida tuvieron alguna chamba respetable, pero que se niegan al retiro para irse a cuidar amorosamente a sus nietos.
TODOS LOS INSCRITOS se autocalificaron como verdaderos ángeles, impolutos, jamás manchados por la horrible tentación del dinero fácil. En fin, sujetos que como dijo el poeta “Cruzaron el pantano sin haber manchado su plumaje”, y eso también puede ser cierto para muchos de los aspirantes.
PERO COMO LA MALDITA NÓMINA es invocación más que divina, los aspirantes, muchos ya añosos y senectos, tal y como se reingresaran a su lejana infancia a través de un túnel del tiempo, aceptaron pasar un riguroso examen ante los diputados. Señorones con títulos académicos notables, licenciaturas, doctorados y brillantes medallas de reconocimiento nacionales y extranjeras, esta vez como mansos corderitos se sujetaron al examen.
LOS DIPUTADOS SINODALES, muchos de ellos con dificultad parea leer y escribir una frase de dos renglones; otros escapados del mismísimo mundo de los vendedores ambulantes en las sufridas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, procedieron con mucha seriedad y formalidad a imponer su examen; y ahí estaban como párvulos dando realmente ternura, muchos hombres y mujeres que en su tiempo, habían sido factores importantes del sistema político mexicano.
ES POR ELLO QUE nos preguntamos: ¿Por qué tan repentino amor a la democracia?, ¿De dónde ese impulso interno tan exigente para cambiar este país?; ¿De dónde dejar la tranquilidad del sillón y el jugueteo con los nietos?; ¿De dónde humillarse ante sinodales con mucho menor nivel intelectual y académico que los examinados? Enseguida trataré de descifrar las causas, razones y motivos de tan extrañas conductas...
SE NOS INFORMA por los medios, que el señor Luis Carlos Ugalde que deja la Presidencia del IFE, tuvo ingresos acumulando por concepto de sueldos, prestaciones, gastos, viáticos, choferes, etc. -solamente durante los cuatro años de su gestión-, por más de diez millones de pesos, esto es, un promedio mensual de $200,333.00 pesos. Sueldo que no gana ningún otro funcionario público (ni el Presidente de la Republica), con excepción de los miembros de la Judicatura Federal y los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación quienes entre pitos y alilayas se embolsan más de $300,000.00 pesillos cada fin de mes.
EL GRITERÍO DE ACUSACIONES y recriminaciones que las bancadas de los partidos se hicieron con motivo de la selección del próximo Presidente del IFE y de dos Consejeros Electorales, no responden de ninguna manera a invocaciones de tipo democrático ni de pureza republicana.
SE TRATA DE LO más vulgar y elemental: Por los partidos, éstos quieren ganar el IFE en espera del 2009 y el 2012. Por lo que concierne a esos indeclinables luchadores de la democracia y enérgicos defensores de la pureza de los comicios electorales que se inscribieron y pretendieron pasar un examen, la cosa es mucho más sencilla: se trataba de desatorar un billete que en este caso consistía nada más ni nada menos, que en la jugosísima nómina e inacabables prestaciones que los cargos ambicionados generan.
Y COMO SE TRATA DE TRES cargos vacantes, y sufrimos un sistema de partidocracia, cada uno de los tres grandes se llevara uno de los tres cargos; si no, al tiempo.
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