LOS LAMENTABLES HECHOS ocurridos el martes pasado en la ciudad de Torreón, son una muestra más de la impunidad con que actúan los grupos de la delincuencia organizada. La realidad es que un comando de diez individuos en diversos vehículos, balearon a cuatro militares vestidos de civiles y en el pleno Centro de la ciudad y no pasa nada.
EN ÉSTE, COMO EN otros muchísimos casos que han ocurrido y siguen sucediendo a lo largo y ancho del país, se pone de manifiesto la increíble seguridad con que operan y actúan estos grupos al cometer sus actos delictivos. La forma de operación de estos delincuentes no deja duda alguna de que se sienten totalmente impunes ante la fuerza del Estado, el que se ha visto impotente para frenar, no digamos acabar, con la ola de violencia que ensombrece a nuestro México que hasta hace pocos años, se le consideraba como un lugar ideal para vivir.
ATREVERSE A BALEAR A cuatro personas en plena luz de día, frente a todo mundo, a las doce horas de la mañana y en un punto de por sí conflictivo desde el punto de vista de sus vialidades, no quiere decir otra cosa, que la delincuencia se siente supersegura de que no será detenida una vez cometida su fechoría.
YA LO DIJO EL PRESIDENTE Calderón Hinojosa: la lucha en contra del crimen organizado será dura, larga y habrá muchas bajas por ambos lados. El dinero que maneja el narcotráfico representa sumas inimaginables para el pueblo llano. Esos millones de dólares van “blindando” las organizaciones del crimen que se encuentran en condiciones de hacer frente a cualquier fuerza del Estado.
SU CAPACIDAD PARA corromper no tiene límite. Pocos o nadie puede hacer frente a las tentaciones del oro o al miedo del plomo. En ese tenor, la prensa nacional informó el triste destino que tuvo un grupo de empleados aduanales que descubrió un cargamento de droga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y como respuesta, sus cabezas fueron decapitadas y encontradas por todos los rumbos de la ciudad y sus cuerpos mutilados, aún no han sido encontrados o debidamente identificados.
ANTE ESTA BARBARIE que rebasa los parámetros de la delincuencia de cualquier otro país, la reacción del Estado no ha sido quizá lo suficiente ni lo efectiva que todos quisiéramos. La realidad es que el Estado Mexicano se enfrenta a un enemigo que no conocía y que “blindado” con millones de dólares, puede moverse libremente y a discreción por todo México reinando en la impunidad.
HASTA AHORA el presidente Calderón y su Gobierno han logrado golpes significativos que sin duda han pegado fuerte al interior de los cárteles; pero falta aún mucho por hacer. La sociedad, los partidos políticos, los periodistas, los medios, los comentaristas etcétera, debemos apoyar al presidente en su lucha contra el dragón de las mil cabezas, pues una crítica ligera o superficial sobre la batalla que libra el Estado Mexicano en contra del crimen organizado, no será otra cosa que el fortalecimiento de lo que precisamente se quiere destruir.
YA LO HEMOS comentado en esta columna: en tanto no se legalice la droga bajo un sistema controlado y de registros (como actualmente ya controla muchas cientos de drogas médicas) y se ponga a peso el kilo de cocaína, los grupos criminales seguirán enriqueciéndose y envenenando a la sociedad.
EL TEMA DE LA LEGALIZACIÓN de las drogas es evidentemente muy controvertido; pero lo que sí resulta una sangrienta paradoja, es que el propio Estado autorice los narcóticos para uso personal de los que considera enfermos adictos y por otra parte le obliga al ciudadano enfermo o adicto, a recurrir precisamente a los narcotraficantes para poder obtener lo que necesita su enfermedad o adicción, toda vez que no tiene ninguna otra instancia para poder resolver su problema de adicción.
EL DÍA QUE EL PROPIO Estado controle la venta y producción de las narcóticos, (como ya lo hace actualmente en miles de medicamentos) y éstos se le puedan suministrar a los enfermos adictos, bajo rigurosos y estrictos controles de registro personal, ese mismo día se acabará el crimen organizado y la fuerza de los millones de dólares que lo sostiene.
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