MÉXICO SE HA CONVERTIDO en el paraíso de los extorsionadores vía telefónica especialmente la celular. Bandas del crimen organizado y miles de espontáneos buscan obtener dinero fácil y rápidamente.
LA AMENAZA AL CIUDADANO de su integridad física o la de algún familiar, so pena de que no entregue al extorsionador una determinada suma de dinero, es el pan nuestro de cada día y en cualquier ciudad de la República.
LAS ACCIONES DELICTIVAS de estos truhanes se cobijan muy principalmente en el anonimato con que operan cuando usan los teléfonos celulares, ya que no son tan tontos como para llamar desde un teléfono que se encuentre debidamente registrado a nombre de una persona y claramente ubicado su lugar en donde está instalado.
SON PUES LOS teléfonos celulares los que facilitan la impunidad y el anonimato de los delincuentes con los celulares que se venden en cualquier esquina sin ningún requisito de identificación para el adquirente. Basta con que pague trescientos pesos y el señor puede comprar el instrumento con el cual puede amenazar y extorsionar de manera encubierta, en el más absoluto anonimato y con toda impunidad.
Y ES QUE EN ESTE tiempo, un celular anónimo sin dueño no identificable y sin ningún registro, equivale materialmente a una pistola. Con ambos instrumentos cualquier truhán se encuentra en posibilidad de asaltar, robar o extorsionar.
SIN EMBARGO La Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) argumenta que un registro con el nombre y domicilio del dueño de un teléfono celular “sirve de poco, porque después de un tiempo el equipo va cambiando de dueño hasta que se pierde la pista”.
ESTOS SEÑORES de la Cofetel, son personajes muy especiales y poco identificables para el pueblo llano, que puede ubicarlos realmente, pero que en verdad no son otra cosa, que los testaferros de los grandes consorcios de la telefonía celular en México y además, los muy significativos, mansos y obsequiosos “empleados” del segundo señor más rico del mundo.
TODO LO QUE PUEDA derivar en algunos gastos extra para las empresas de celulares, o que pueda entorpecer sus ventas rápidas no es posible ni siquiera analizarlo. Si la telefonía celular ya es un importante instrumento de la delincuencia y el medio ideal para que extorsionar y angustiar a miles de mexicanos, lo menos que podrían hacer los señores de la Cofetel, sería que pidieran las compañías vendedoras de celulares por lo menos, vendedoras de los llamados celulares de prepago, y exigieran un comprobante de domicilio y la exhibición de la credencial para poder vender un celular.
PERO LO QUE SÍ SE VE y se nota a distancia, es que los señores de la Cofetel están mucho más preocupados por obsequiar los pedimentos de las grandes compañías de telefonía celular, que cooperar con acciones reales y eficaces a uno de los flagelos que castiga inmisericorde a nuestro país: la extorsión telefónica.
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