El ataúd blanco llegó el jueves a las 21:00 horas locales (19:00 GMT) y desde esa hora hasta la medianoche casi 10 mil personas acudieron a despedir al maestro, según cifras de las autoridades locales. (AP)
Lucen interminables las filas de personas que buscaban despedirse de Luciano Pavarotti.
Quién sabe cuántas personas ha visto pasar, quién sabe si las ha visto. Se le nota ausente, pensativa, luego, extremadamente triste y es cuando recomienza a llorar. Agradece a los que se atreven a interrumpir sus pensamientos para darle sus condolencias, pero la mayor parte del tiempo se queda con la mirada perdida.
Se ve que Nicoletta Mantonvani no ha dejado de llorar, quién sabe desde cuándo y por cuanto tiempo más, pero ahí sigue con sus ojos hinchados y todavía en el papel secundario que le tocó representar desde que se casó con el “maestro”, el “gran”, el “único” Luciano Pavarotti.
Discreta. Ahí está sentada con su pantalón negro, su blusa gris oscuro y un saco, también gris. Ni una gota de maquillaje, sólo los ojos rojos, rojos de tanto llorar. Este viernes, en el segundo día que el cuerpo de Pavarotti permaneció en la catedral modenese, Nicoletta llegó por la mañana con la hija más pequeña del tenor -cuatro años de edad-, quien le dejó a su papá un dibujo sobre las rosas color salmón que enmarcan el féretro. De esos dibujos característicos de los niños donde quizá lo pintaba a él, junto a una casa de colores, en el que escribió ALICE.
Luego madre e hija salieron, pero Nicoletta regresó minutos después para continuar junto al féretro blanco de madera, rodeado de coronas de flores, en el que reposa el cuerpo del hombre con el que compartió 11 años de vida, tres de ellos, casados.
Además de la música, Pavarotti gustó de la cocina, los caballos, la pintura y las mujeres. Con su primera esposa, Adua Veroni, duró más de 30 años de casado y tuvo tres hijas. Pero Big Luciano, a los 60 años, tuvo, lo que se dice, su “segundo aire”. Se enamoró de la mujer que ahora no para de llorar.
“Aquí ha estado todo el día”, dice uno de los muchos guardias que están afuera de la catedral y habla de la tradición de las esposas italianas que deben estar hasta el último momento al lado de su marido.
Alrededor de las 16 horas, Nicoletta dejó de estar sola. Primero llegó la hermana de Pavarotti, Gabriela, luego las hijas mayores y las nietas. Las bancas destinadas a la familia se llenaron. No tardó en hacer su arribo el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano.
Fue el único momento que se interrumpió el acceso de visitantes a la capilla ardiente, pero la gente no se retiró, permaneció en espera mientras el presidente hizo su entrada, ofreció sus condolencias a la familia del tenor y se retiró.
“Pavarotti ha honrado a Italia, hoy Italia le rinde honor”, dijo Napolitano en breve entrevista, pero bastó para que le aplaudieran.
A las cinco de la tarde, cuando las puertas de la catedral reabrieron, el ingreso de la gente se reinició. Un promedio de 40 minutos era lo que había que esperaba para poder llegar a Big Luciano dentro del féretro abierto, vestido con su esmoquin negro, con el pañuelo blanco en las manos, de esos que sacaba para secarse el sudor cuando cantaba, los ojos cerrados como si durmiera. Parecía más pequeño de lo que se recordaba; muy distinto a la imagen que se repartió a petición de la familia dentro de la iglesia, como muestra de agradecimiento a quienes acudían a darle el adiós en persona.
Hasta la tarde de este viernes se estimaba que 40 mil personas habían acudido a la capilla. A lo largo del día la fila no cesó. Se extendía por la Plaza Mayor de Módena, en la que por la tarde comenzaron los preparativos para los funerales que se realizarán este sábado y para los cuales se han acreditado 400 periodistas de todo el mundo.
Hasta la medianoche, gente de todas las edades llegaba a la capilla ardiente para despedirse del tenor que en octubre cumpliría 72 años de edad.
“Nunca creí que Pavarotti fuera tan famoso”, decía Sylvia, una chica de 16 años que, asombrada, veía las filas y filas de personas que parecían no acabar. “Ahora veo que sí”.
Ilario Ponzi, otro habitante, no recuerda en sus casi 60 años de vida, que en Módena se viviera esto. Para él, lo más importante que tiene su ciudad es Pavarotti, luego la Ferrari y luego el vinagre. “Desde que murió Enzo Ferrari no me acuerdo que se hablara tanto de Módena, pero para nada como ahora”.
Amigos y ciudadanos lo despedirán
Módena se prepara para los funerales de Luciano Pavarotti que iniciarán hoy sábado, a las 15 horas locales, y en los que se esperan, entre otros, al primer ministro, Romano Prodi, y el ex primer ministro y legislador, Silvio Berlusconi.
Está confirmada la asistencia del ex secretario general de Naciones Unidas Kofi Anan; el ministro de Cultura, Franceso Rutelli, y el comisario europeo de Cultura, Jan Sigel. A las autoridades les preocupa la presencia de Sting, Elton John y Bono; algunos medios aseguraban que estaban confirmadas las llegadas de estos músicos, con quienes el tenor actuó en diversas ocasiones con motivo de sus giras Pavarotti & Friends. Para los preparativos del funeral, sólo en el centro de la ciudad, se habían destinado 300 hombres, quienes se encargarán de la vigilancia.
Antes de que comiencen los funerales -sábado y día de luto ciudadano-, la capilla ardiente seguirá abierta hasta las 11:00 GMT (tres de la mañana de México) para permitir, a los que aún no lo han hecho, rendir homenaje al tenor.
Allí, en la catedral, cantarán para Pavarotti otros de sus amigos: Andrea Bocceli, la soprano búlgara Raina Kabaiwanska y el flautista Andrea Griminelli, acompañados de la Coral Rossini, donde el tenor comenzó a cantar.
La alcaldía pondrá dos pantallas gigantes para quienes no alcancen a entrar en la catedral, aunque se transmitirá en directo por la RAI (televisión pública italina).
Los homenajes no paran. Aparte de los anunciados por el alcalde de Módena, Giorgio Pighi, de que el Teatro Comunal de la ciudad llevará su nombre, el alcalde de Roma, Walter Beltroni, dio a conocer que el festival cultural llamado Noche Blanca estará dedicado a él en su totalidad.
El futbol no se quedará atrás y este sábado, antes de que empiece el esperado encuentro entre Italia y Francia para la calificación a la Eurocopa 2008 en el estadio Meazza de Milán, sonará en todo su esplendor la voz del tenor cantando la famosa frase de la ópera de Turandot: “All alba vinceró”.
El maestro recibirá sepultura en la capilla familiar en el cementerio Montale Rangone, donde reposan sus padres y su hijo Riccardo, que falleció en enero de 2003 tras un parto prematuro.
