EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

¿Monarquía en el Siglo XXI?

Juan de la Borbolla

Pareciera que en las últimas semanas temas relacionados con las monarquías europeas saltasen de las páginas de las llamadas revistas del corazón, para ocupar espacios en diarios, revistas y programas informativos de radio y televisión de muy diversos países independientemente de que su forma de Estado sea monárquica o republicana.

La celebración del sesenta aniversario del matrimonio de la reina Isabel de Gran Bretaña con Felipe de Edimburgo, la persistencia informativa de la muerte de su nuera Diana de Gales. En España la separación de los duques de Lugo, las multas impuestas a los caricaturistas de los príncipes de Asturias, las quemas en Cataluña de fotografías del rey Juan Carlos, y todo lo que se ha dicho en broma o en serio en torno al ya famoso. “Por qué no te callas”, son algunas de las notas que han producido en muchos medios informativos de esos países o del mundo occidental, el resurgimiento de preguntas como la siguiente:

¿Es justo que las casas reales de los países donde subsiste la tradición monárquica, sean costeadas por esos mismos impuestos, cuando que la figura del rey o de la reina se ha convertido en figura decorativa por la reducción constitucional de sus atribuciones, para simplemente reinar, pero no gobernar?

Nosotros en el entorno republicano quizá no comprendamos el fondo de este interrogante, pero tenemos que admitir que en la mayoría de los ciudadanos de esos países subsiste no sólo el respeto, sino inclusive el amor a la institución monárquica.

Por ejemplo, cuando se desencadenó esa imparable violencia entre naciones que habían sido caprichosamente conformadas en un país llamado Yugoslavia, por medio del Tratado de Versalles, muchos comentaristas serios llegaron a plantear que ese baño de sangre en la península balcánica hubiera podido ser evitado si la figura monárquica hubiera sido la aglutinante de tantas naciones, tal y como había sucedido durante el Imperio Austro-húngaro.

Haciendo caso a esa reflexión bien pudieran justificarse las monarquías británica, belga o española por citar unas, en las que los conflictos de las distintas naciones que conviven bajo las instituciones de un solo país, encuentran en la figura del rey que reina, pero no gobierna, una imagen institucional que logra superar muchas diferencias, merced a que dicha figura no sufre del gran desgaste político que forzosamente tiene que afrontar quién debe tomar las difíciles decisiones polémicas diarias que reclama la dificultad de la convivencia política, social y económica de cualquier país civilizado, progresista, pluricultural y polifacético.

Concretamente al rey Juan Carlos I hay que reconocerle un protagonismo insustituible en la construcción de la transición española hacia la democracia, que muy difícilmente se hubiera conseguido sin la existencia de esa figura que al no gobernar, está por encima de las eventualidades de una política diaria tremendamente desgastante de la figura del que gobierna, y si no hay que ver cómo la popularidad de la casa real española ha sobrevivido a cinco presidentes del Gobierno de la transición.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 317651

elsiglo.mx