Los médicos practicaron a la madre un aborto ante el riesgo de graves malformaciones del feto, sin embargo éste nació sano.
El bebé de 22 semanas de gestación que nació sano después de que a su madre se le practicara un aborto terapéutico, ante el riesgo de que tuviera graves malformaciones, falleció a causa de graves complicaciones cardiocirculatorias.
El niño, que pesaba 500 gramos, murió en la unidad de cuidados intensivos del hospital Careggi de Florencia (centro) donde estaba ingresado, informó el centro.
El caso suscitó la polémica después de que algunos políticos afirmasen que se había violado la Ley que permite realizar abortos antes de los 90 días gestación y tras ese plazo, sólo en caso de peligro para la mujer o de malformaciones en el feto, que pongan en riesgo la salud física o psíquica de la madre.
El diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, dedicó un artículo a "la lucha milagrosa de un niño que el mundo quería asesinar", y afirmaba que en este caso "la vida ha sido tirada, despreciada y finalizada en los horribles engranajes de una cultura que rechaza cualquier contratiempo, antes que afrontar un camino de dolor".
El diario del Vaticano se refería a la decisión de abortar de la madre, después de que en dos ecografías se viera el riesgo de que el feto sufriera una "atresia del esófago", malformación que afecta a un niño de cada tres mil 500.
El director del departamento de ginecología del Careggi, Gianfranco Scarselli, explicó a La Repubblica, que tras las sospechas de malformaciones en el feto, los médicos le recomendaron a la mujer que se realizara una resonancia magnética para intentar despejar las dudas.
Según Scarselli, ella "estaba convencida de abortar" y no pudieron persuadirla para que se hiciera nuevos exámenes, sin embargo el periódico apunta la posibilidad de que hubiese consultado a otros médicos antes de tomar la decisión.