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Muere Ryszard Kapuscinski

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- Escribió sobre el Sha de Persia y el rey etíope Haile Selassie, pero lo que más inspiraba a Ryszard Kapuscinski fueron las historias cotidianas del Tercer Mundo. Este escritor y periodista, con 74 años de edad, murió ayer en Varsovia.

Su muerte se produjo tras una larga enfermedad -de la que no se ofrecieron mayores detalles- pero que lo llevó a ser intervenido el sábado pasado.

Con una larga trayectoria periodística en la que presenció 27 revoluciones, vivió 12 frentes de guerra y fue condenado en cuatro ocasiones a ser fusilado, y que le valió ser candidato constante para el Nobel de Literatura, Kapuscinski ha sido considerado el mayor periodista del siglo XX, adalid de la ética en esta profesión.

Con más de veinte libros, es el autor polaco más traducido y publicado en el extranjero. Fue amigo de personalidades como el ?Che? Guevara, se debatía entre el Ulises que añora volver a Itaca y el Ismael que quiere seguir navegando.

?Cuando escribo, regreso a Itaca, pero el viaje para mí es el puente de mis ideas?, contaba el escritor admirado por Gabriel García Márquez, Salman Rushdie y John Updike, en una de sus últimas visitas a México, en septiembre de 2002.

Nació en Pinks, Polonia, el cuatro de marzo de 1932. Estudió en la universidad de su ciudad historia y arte, aunque finalmente se dedicó al periodismo. Contaba que en la secundaria le ofrecieron su primer trabajo como reportero porque en la guerra se habían muerto todos los periodistas.

En sus inicios escribió poesía, género cuya lectura recomendaba a todos los reporteros no sólo como cultura general sino como método pedagógico y ejemplo de la sublimación del lenguaje; la metáfora como modelo de la síntesis periodística.

Fue corresponsal en el extranjero desde 1958 hasta 1981. Siempre viajó solo. A veces no hablaba por teléfono a su casa en años. Creía que el mínimo contacto con la familia solía desconcentrar al reportero de su labor.

Trabajó para la Agencia Polaca de Noticias -durante cuatro años estuvo en México como corresponsal para América Latina- y escribió para prestigiados medios como el Times, The New York Times y Frankfurter Allemagnie Zegtung.

Consideraba que la fuente del oficio periodístico son los otros, que para él eran los pobres del mundo, los que no tienen voz, pero de los cuales no podía escribir sin antes haber compartido un tramo de su vida. Esa afinidad con la pobreza le viene de la infancia. Nació en un pueblo pobre de Polonia, ?una tierra desgraciada, de pocos recursos y gran escasez?.

Publicó libros clásicos del periodismo mundial como La Guerra del Futbol?, en donde a través de espléndidos reportajes abordó conflictos en América Latina y África; El Imperio, un gran fresco sobre la Rusia soviética y Ébano, monumental obra en la que amalgama textos sobre África. Estos volúmenes se convirtieron en libros básicos para los estudiantes de periodismo de todo el mundo.

La mayoría de su obra es una combinación de la gran historia con la pequeña que afecta a cada individuo, un análisis fino y pormenorizado de hechos y reflexiones.

Sus enseñanzas, compartidas en los talleres que ofreció para la Fundación Nuevo Periodismo tanto en Buenos Aires como en Cartagena de Indias o en la Ciudad de México, fueron recabadas en el tomo Los Cinco Sentidos del Periodista, editado por el Fondo de Cultura Económica y la Fundación que encabeza Gabriel García Márquez. Kapuscinski se ganó una reputación moral inusitada en el periodismo mundial. Maestros como John Berger lo seguían y admiraban tanto como las oleadas de jóvenes que en 2002 abarrotaron los auditorios en que se presentó, tanto en la Universidad Iberoamericana como en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como el viejo sabio de la tribu, Kapuscinski predicaba con historias, con ejemplos que encontraban su complemento teórico en el tomo Los Cínicos no Sirven Para Este Oficio, en el que se retoman conferencias y entrevistas sobre el quehacer periodístico.

?La nuestra no es profesión para egoístas -decía a los jóvenes mexicanos-. Es una profesión visible y se ejerce abiertamente ante los ojos de la sociedad, que reconoce a los buenos de los malos periodistas. Esta profesión es necesaria para el funcionamiento de la sociedad moderna. No hay sociedad que funcione sin periodistas?.

Entre los reconocimientos que obtuvo está el Premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades en el 2003, el premio J. Parandowski del Pen Club, el premio Goethe, el premio de la fundación A. Jurzykowski y el Prix de l#239Astrolabe.

?El mundo es tan complicado y contradictorio que nos movemos en una situación muy difícil de describir -decía el maestro-. Construir este mundo es una tarea fascinante, pero muy dura. Nunca podremos decir que hemos tenido éxito, sólo podemos acercarnos?.

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