El Siglo de Durango
?La veo muy difícil, muy difícil, que el Municipio pueda resolver el asunto de las ladrilleras, pues no está pensando en nosotros? sabemos que estamos contaminando y que nos tenemos que salir, pero en ese caso, mejor que el Gobierno cree empleos y ahí nos vamos?.
Juan Soto Hernández tiene 35 años, y es quien dice lo anterior, una vez que el obrador en donde él trabaja en la colonia Jardines de Cancún está operando, echando humo y contaminando al igual que algunos otros que parece que durante la noche comenzaron a quemar el ladrillo.
Juan Soto dice que está casado con Norma Liliana Nevárez Velásquez, de 33 años de edad, con quien ha procreado cinco hijos, cuatro niñas y un niño.
La mayor tiene 15 años, de ahí le sigue la de 13, luego 12, otra de diez y un niño de siete años.
Tres de sus hijas están en la secundaria y dos en la primaria, y vive en la colonia Valle del Guadiana en una casa en donde deben pagar una renta de 350 pesos mensuales.
Se le observa el rostro sucio, pero eso poco le importa, pues tiene que llevar dinero cada semana, del que gana aproximadamente 800 pesos.
Está componiendo la camioneta en donde trajo estiércol de vaca con costra de árbol, para echarle al obrador encima, ya que con esto se impide que se escape el calor y se provoca que el ladrillo se cueza a mayor temperatura y tenga mejor calidad.
Con ayuda de otro compañero que posteriormente se va, echan a andar la camioneta que no tenía batería para encender. Se va en reversa y coloca el vehículo automotor totalmente cerca del obrador.
Toma su pala y comienza a echar el estiércol con costra de madera encima del obrador.
Él es originario del poblado Plazuela, del municipio de Canatlán. Se trasladó a Durango porque en su pueblo no había trabajo. Dice que en un promedio de un año, sólo laboraba unos dos meses en la agricultura y no le costeaba.
A los 18 años se vino para la capital y desde entonces comenzó a trabajar como obrajero. Ya lleva 14 años en este mismo oficio y a pesar de que tiene que estar en contacto directo con la contaminación, nunca se ha enfermado de los pulmones en forma grave.
Dice que saben que están contaminando y que deben cambiarse, pero ellos sólo hacen el trabajo, pues los propietarios de las ladrilleras son ?los meros buenos?, indica.
PARECE QUE EL PRESIDENTE SÓLO PIENSA EN LO SUYO
Como si nunca hubieran sido escuchados, como si sus necesidades no fueran importantes, así se siente Juan Soto, quien afirma que sólo se habla de lo que al presidente municipal, Jorge Herrera Delgado, le conviene, según dice.
Explica que la oferta que hace el Municipio es poco viable para los obrajeros, los trabajadores que finalmente se dedican a hacer los ladrillos.
Dice que la mayor parte de ellos posee familia y que los horarios en los que tienen que trabajar son distintos y a veces terminan al mediodía y se van, pero deben que regresar en la tarde.
De este modo, Juan Soto manifiesta que es muy difícil que se pueda trasladar hasta el poblado José María Pino Suárez sólo por unas horas y luego regresar.
Los pasos que tiene que hacer para fabricar el ladrillo es traer tierra de algunos campos agrícolas cercanos, luego remojan la tierra, misma que debe permancer en este estado toda la noche; finalmente, se hace el tabique en crudo en moldes.
Si es verano y está lloviendo, éste debe taparse, para que no se remoje, pero también hay que destaparlo para que se ventile, lo que se les hace difícil, puesto que para eso no deben estar tan lejos de su lugar de trabajo como se pretende hacer.
Explica que no podrían estar yendo y regresando a cada rato a un lugar tan lejos y hay que tomar en cuenta que también deben cuidar a sus familias.
La propuesta que hizo un líder de obrajeros con autoridades municipales, en el sentido de que se puede fabricar el ladrillo en crudo, dejarlo de quemar en Durango y luego llevarlo al Parque Industrial, para que ahí se haga el horneado, no le parece tampoco una idea tan viable.
Indica que lo anterior provocaría la venta dispareja de ladrillos, con diferentes costos, porque hay quienes tienen distintas necesidades y hay diversas calidades.
Explica que si por ejemplo hay algún ladrillero que le urja dinero, lo vende más barato, y otro que no tiene tanta necesidad lo puede dar mucho más caro, con lo que se provocaría distinta oferta y demanda.
Por otro lado, explica que muchos de los obrajeros que trabajan ahí son muchachos, la mayor parte ?cholos?, que de algún modo se dedican a algo y no andan delinquiendo, pero si les quitan la ?chamba? entonces... ?nomás va a haber más robos y delincuencia?.
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?Nosotros somos el sostén económico de casi todo?
Juan Soto afirma que si a los Gobiernos, tanto Estatal como Municipal, o quien sea, se le ocurre derribar los obradores y nomás quitarlos porque sí, entonces no habría ladrillos y esto afectaría la economía del Municipio.
Explica que si no hay ladrillos, no hay trabajo para carpinteros, herreros, plomeros, albañiles, arquitectos, ingenieros, etcétera, puesto que la construcción depende al 100 por ciento de los obrajeros.
?O bueno, pues que el Municipio cree otros empleos y con gusto nos vamos y dejamos de trabajar en esto?, dice.
Juan Soto explica que el Municipio, además de tener comunicación con los líderes, también deberían hacerlo con los trabajadores, quienes finalmente son quienes se dedican a hacer los ladrillos y son quienes quieren ver soluciones.