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Napo vs. Larrea| Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Aquel que vive peleando contra un enemigo tiene un interés en preservar la vida del

enemigo”.

Friedrich Nietzsche

Las hostilidades han estallado de nuevo. El Sindicato Minero encabezado por Napoleón Gómez Urrutia ha hecho estallar huelgas en tres secciones sindicales de Minera México, parte del Grupo México de Germán Larrea. Los paros se están llevando ya a cabo en El Sombrerete, Zacatecas; Cananea, Sonora y en tres minas de Taxco, Guerrero.

Si bien la supuesta razón de las huelgas es protestar por violaciones al contrato colectivo de trabajo, el propósito real es doblegar a Larrea, a quien el sindicato acusa de haber apoyado al movimiento disidente encabezado por Elías Morales que durante algunos meses fue reconocido por la Secretaría del Trabajo como secretario general del sindicato.

Las huelgas han estallado sin que los contratos colectivos de las distintas minas hayan vencido. Esto haría, en principio, ilegales los paros. Por eso el propio sindicato ha señalado que mantendrá el bloqueo de las plantas independientemente de cuál sea la resolución de las juntas de conciliación y arbitraje. Ha dado a conocer también que tiene recursos para mantener el paro a lo largo de un año.

El que la huelga sea declarada inexistente poco importará al sindicato. Ya el año pasado el sindicato bloqueó durante meses varias minas y plantas de Grupo México y de Grupo Villacero. Este último optó por vender la siderúrgica de Sicartsa en Lázaro Cárdenas, Michoacán, a Mittal Steel, una empresa de capital de la India que tiene mejores relaciones con el sindicato. Será muy difícil para Napoleón, sin embargo, lograr la quiebra de Grupo México, que acaba de tener un año magnífico como consecuencia de los altos precios del cobre a nivel mundial.

Parece absurdo que un sindicato se empeñe en la destrucción de una fuente de trabajo, pero la disputa entre el Sindicato Minero y Grupo México ha llegado ya a ese nivel. Gómez Urrutia considera a Larrea como un enemigo personal, que pone en riesgo el control sobre el sindicato que su padre, Napoleón Gómez Sada, manejó desde 1960 hasta su muerte en 2002 y que él mismo ha dominado desde entonces. El sindicato es un negocio demasiado rentable como para perderlo, aun después de 47 años de usufructuarlo.

Al igual que el sindicato, el Grupo México se encuentra bien posicionado para la batalla. El año pasado, a pesar de los paros en las minas sonorenses de Cananea y La Caridad, así como del cierre de la coahuilense de Pasta de Conchos, donde se registró el accidente que costó la vida a 65 mineros en febrero de 2006, el consorcio aumentó sus ventas totales en 23 por ciento para alcanzar un nivel de 6,359 millones de dólares. Su utilidad neta subió 44 por ciento y llegó a 1,530 millones de dólares.

Como consecuencia de los paros mineros en México, la filial SCC del Grupo México registró el año pasado un descenso en su producción de cobre de 690 mil a 606 mil toneladas. Pero la empresa compró minerales y concentrados a terceros para mantener sus compromisos comerciales. Al final, a pesar de un aumento en los costos, logró un alza de 46 por ciento en su utilidad neta, que se ubicó en 2,038 millones de dólares.

Las empresas mineras de Grupo México han incrementado sus inversiones en distintos lugares de nuestro país, como Baja California y Michoacán, pero también en Chile y en Perú. Al parecer su propósito es ir reduciendo su vulnerabilidad ante un sindicato empeñado en doblegar o destruir al grupo.

Los mineros claramente no se beneficiarán de las huelgas que nuevamente ha ordenado Napoleón Gómez Urrutia. Apenas este pasado mes de mayo, los trabajadores de Cananea recibieron un reparto de utilidades de 375 mil pesos cada uno como consecuencia de la alta rentabilidad de la mina a pesar de la huelga ilegal de 45 días que afectó a la instalación en 2006. Si el sindicato realmente cumple con su promesa de mantener ahora un paro indefinido de un año o más, las utilidades de la mina se desvanecerán. A Napoleón, sin embargo, no le preocupa sacrificar el interés de los trabajadores a cambio de asegurar su control sobre el sindicato.

En el año 2006, como consecuencia del paro que sufrió, Grupo México cerró la mina de La Caridad, despidió a todos los trabajadores y contrató nuevo personal. Cananea tuvo una huelga de 45 días, pero los trabajadores finalmente regresaron a trabajar. La mina de El Sombrerete tuvo también un paro prolongado el año pasado, que sólo se conjuró tras la intervención de la gobernadora perredista Amalia García.

Pero hoy, con un secretario general que se encuentra en el exilio para evitar ser aprehendido, el Sindicato Minero parece decidido a una batalla de vida o muerte. Como en casos similares del pasado, lo más seguro es que quienes sufran realmente sean los mineros. Tanto el líder del sindicato como el dueño del Grupo México pueden aguantar las huelgas con el dinero que tienen acumulado.

DEUDA

Por supuesto que la deuda del Distrito Federal, que supera los 40 mil millones de pesos, es demasiado alta. También es cierto que debe eliminarse la garantía federal que ha permitido que alcance estos niveles. Pero es absurdo rechazar una renegociación exitosa, realizada por una empresa de Pedro Aspe, la cual ha disminuido las tasas de interés y alargado los plazos de pago de esta deuda. Tampoco tiene sentido que, al cuarto para las doce, el presidente Calderón le dé instrucciones al secretario de Hacienda para que atienda el asunto. Esta acción debió haberse hace meses.

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