Esta Nochebuena será como cualquier otra del año para la familia de Esmeralda, pues sólo le piden a Dios que haya alimento. Los juguetes y regalos tal vez algún día lleguen.
Hoy algunos comerán pavo y pierna, otros muchos nada; es la cruda realidad del medio rural
El Siglo de Durango
GUADALUPE VICTORIA, DGO.- A orillas de Loma Verde vive Esmeralda con sus cuatro retoños. Pasará una Nochebuena como tantas otras, donde solamente se llevarán al estómago sus frijolitos y una gran dosis de sueños.
Sus ojos color café combinan con su piel morena entrecortada por el frío y el polvo de esta región llanera, donde Esmeralda contempla los días y las noches sin diferencia como esta Navidad de donde nacen sólo los buenos deseos.
Tal como Esmeralda Vitela Segovia, de 24 años de edad, que habla de frente con las carencias, muchas mujeres en ésta y otras regiones son el vivo rostro de la pobreza en que se debate el medio rural de Durango, donde por un lado los políticos se ahogan en demagogia cuando hablan de progreso y bienestar social mientras en la realidad miles de gentes de debaten entre la miseria.
LAVA ROPA AJENA
Hoy hace un receso en su diaria tarea de lavar ropa ajena; tampoco irá a hacer los trabajos domésticos que eventualmente le ofrecen algunas familias para ayudar al gasto familiar. Esta vez la dedica al quehacer en su humilde vivienda; con sus pies descalzos recoge algunos trastes y ropa de sus pequeños que se entretienen jugando al futbol y otros a la lotería.
La humilde vivienda de adobe, con techos de madera y cartón, en su interior no tiene adornos navideños, ni luces de colores o nacimiento. Los pequeños José Manuel, María Selene, Brisa y José Javier esperan el regreso de su padre, esperando que ese día lleve dinero para comer.
Esmeralda dice: “A veces no hay dinero para comprar comida. Entonces... ¿cómo pensar en regalos, juguetes y aguinaldos? Eso solamente en nuestros pensamientos y sueños”, y mostrando aun más impotencia agrega: “Aunque quisiera darles un regalo sencillito a mis hijos no hay dinero para comprarlo, ya que en muchas de las ocasiones pedimos fiado en las tiendas y poder comer algo”.
INEQUIDAD SOCIAL
Muchos hogares esta noche comerán pavo y pierna, entre otros platillos, pero en hogares como el de Esmeralda apenas tendrán algo de alimento en su mesa.
Con la mirada como perdida, Esmeralda narra lo duro que resulta la vida para los pobres; revela que nunca han celebrado la Navidad en su hogar porque simplemente no hay dinero. Luego dijo: “Salimos a pedir bolos el día 24 pero es lo único que hacemos, nunca hemos tenido un árbol navideño, una cena navideña o nacimiento, no podemos hacer eso”.
Comenta que a sus hijos los entretiene en otras cosas o simplemente se quedan en la casa mirando la televisión porque el frío y la tierra a veces son muy duros con los pobres. Son ellos los que más contemplan el firmamento, las estrellas, tienen ese tiempo y espacio.
MISERIA Y ENFERMEDADES
Vestida con ropa desgastada por el tiempo y sin zapatos, Esmeralda relata que le gustaría que sus hijos tuvieran un futuro mejor, ya que ella apenas lee y escribe, lo cual no ha sido impedimento para ayudar con los gastos de la casa lavando ajeno o limpiando casas.
Sin embargo, ese dinero no alcanza para tener una cena navideña o regalos para los niños ya que su esposo -quien es trabajador de una ladrillera- apenas gana 100 ó 200 pesos por semana. El trabajo no es constante.
Por otro lado, dice que las enfermedades no los perdonan haciendo más difícil la situación, ya que a José Manuel, de dos años y medio de edad, le diagnosticaron anemia, lo que le ha impedido desarrollarse físicamente como un niño normal.
SUEÑOS DE POBRES
A sus otros niños a veces les da diarrea o se enferman de la garganta; incluso, eso ha sido motivo para quedar internados en el Hospital General.
La desnutrición en los niños de Esmeralda es evidente, una clara muestra de las carencias de una buena alimentación, la falta de apoyos y...
De tal manera que los deseos de Esmeralda son que no falte el sustento a sus hijos ni a su madre Miguelina Segovia Ochoa, de 48 años de edad, quien apenas gana 800 pesos por quincena, limpiando las calles de Victoria, y es la única que sostiene a la familia ya que su papá Alfredo Vitela Reyes, de 70 años, no puede trabajar.
Al norte de la ciudad de Guadalupe Victoria se localiza Loma Verde, donde a las orillas se divisa el jacal de Esmeralda, Miguelina y Alfredo, un hogar amalgamado por las circunstancias y la pobreza. Los niños juegan inocentes de su realidad y de la celebración del nacimiento de Cristo; tal vez algún día también nazca en ellos un nuevo día, donde puedan hacer de esta noche una fiesta.