O se gana la Copa Sudamericana o se estará estrenando técnico apenas se regrese de Argentina, Brailovsky lo sabe.
No es poca cosa. Para coronarse en la Copa Sudamericana, América necesitará no sólo proveer la primera derrota del certamen continental al Arsenal de Sarandí, sino hacerlo por dos goles de diferencia, algo que nadie ha podido lograr ante el cuadro argentino.
Los números respaldan al pequeño club con alma de gigante. Cuatro triunfos, curiosamente ninguno en su estadio, junto con cinco empates y una cadena de clubes (San Lorenzo, Goiás, Guadalajara, River y Boca Juniors, éste en el campeonato argentino) que cuelga a su llavero le tiene con la diestra sobre la base del trofeo que pertenecerá a Pachuca hasta las 20:30 horas del próximo miércoles.
América es el siguiente. Y por lo visto, el viernes pasado en la cancha del Estadio Azteca, su eslabón está listo para aferrarse a la colección del conjunto de Sarandí.
Por eso, tras el partido del pasado viernes, no había más que tratar de atarse a cualquier cosa para encontrar valentía y decir que van a Argentina a remontar.
Así, aferrado a la esperanza que resta, y antes de abordar el avión que los llevará a finiquitar una misión con tintes imposibles, el volante americanista, Federico Insúa, aún saca fuerza de lo más profundo del orgullo para asegurar, “claro que se puede”, en referencia a dar la vuelta a un marcador que parece lapidatorio, más ante un rival que tiene la intención de cerrar la competencia, tal como la inició, sin conocer la derrota.
A pesar de lo anterior, Insúa recurre a la frase estudiada, “faltan 90 minutos y esto aún no termina, tenemos que cerrar allá y esperamos poder remontar”.
Eso sí, acepta que de momento “estamos tristes porque pensamos que podríamos llevar un mejor resultado, pero las cosas no salieron así y ahora hay que remontar”.
Un día después de la debacle amarilla, por la cabeza de Insúa tampoco pasa echar la culpa al árbitro, “no hay nada qué decir, la culpa es nuestra, los errores los cometimos nosotros”.
Es entonces cuando toma un aire de seguridad, suficiente para decir, “pero claro que a esto le vamos a dar la vuelta, de eso estoy segurísimo”.
No obstante el peso del gol de visitante, “que en la final pasada no contó, no importa, a pesar de eso vamos a regresar”.
Más vale a la oncena amarilla que sus palabras sean proféticas, de lo contrario, no es raro en Coapa, la cabeza de Brailovsky empieza a rozar la misma navaja que cortó la de su antecesor, Luis Fernando Tena.
Y es que, en los altos mandos amarillos no hay opciones. O se gana la Copa Sudamericana o se estará estrenando técnico apenas se regrese de Argentina con un amargo subcampeonato.
Brailovsky dijo este sábado que Arsenal sacó todos sus buenos resultados fuera de casa, porque en su estadio no pudo ganar. Quizá deba recordar que para su mala fortuna, la vuelta de esta semifinal no será en el escenario de Sarandí, sino en el Juan Domingo Perón, de Avellaneda, casa del Racing, aunque de todas maneras, los de Sarandí, donde se paren no pierden.