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Nery Castillo elige México entre otros tres países

Nery Castillo

Nery Castillo

El Universal

BARQUISIMETO, VENEZUELA.- Es mexicano. Nació en San Luis Potosí hace 23 años. Bueno, en realidad también es uruguayo, así lo certifica su pasaporte; es hijo de papá Nery, un buen jugador oriental del desaparecido Atlético Potosino, en los años ochentas.

Podría haber sido de Grecia, ya que, rápida de reflejos en el universo globalizado, la Federación de ese país le sugirió una propuesta mientras se divierte con goles y amagos en Olympiakos, de Atenas.

Aunque, también podría brillar con la camiseta del campeón del mundo: su mamá tiene origen italiano. Tanta confusión de identidad, tanta vorágine de papeletas, tanto tironeo excesivo no le hacen huella en el césped a este chiquilín, un artista de apenas 61 kilos que marca goles y elude adversarios con tanta facilidad como eficacia y belleza.

Nery Alberto Castillo, un auténtico desconocido para el gran público, es el emblema mexicano en la Copa América, el hombre más peligroso para la Argentina, el personaje que no es querido en su propia tierra. La tierra azteca, claro.

Es que Nery rechazó propuestas de mexicanos y uruguayos mientras crecía en sus juveniles con una pelota debajo de la suela. Y apenas hizo su presentación con el pecho azteca hace poco más de un mes: un categórico 4 a 0 frente a Irán, en Potosí, su tierra, allí en donde nació, fue su bendición el tres de junio de 2007.

Antes, le había cerrado las puertas a Ricardo La Volpe, primero, y Hugo Sánchez, después. Dicen que en sus decisiones influye demasiado papá Nery, ex futbolista. Pero sus padres extrañaban el mate en demasía: volvieron a casa a los dos años de Nery, que dio sus primeros pelotazos en Danubio, casi de adolescente, a los 15.

Jamás tuvo necesidades de sustento. Respaldado en su padre, también se enamoró de la pelota desde su infancia, bien uruguaya por cierto. Mucho mate, candombe y murga desde la cuna.

Ídolo en Olympiakos, club en el que también tuvo más de un conflicto por su carácter irascible, también pretendieron nacionalizarlo en la cuna de los dioses, con una recompensa muy tentadora como respaldo, tiempo después de frustrarse un millonario pase a Manchester United.

Nery se divertía en el césped y las autoridades -mexicanas, uruguayas, griegas y hasta italianas- se desvivían por vestirlo con sus colores. Nery brillaba, pero no se decidía.

Tantas volteretas lo descolocaron ante el público mexicano. Hasta lo señalaron como un mercenario, cuando apenas Nery quería divertirse, eludir adversarios y marcar goles, lo que siempre hizo.

Otros tantos rechazos mexicanos tuvieron otro tenor: quería vestir los colores del Tri, pero sus lesiones lo alejaron; quería vestir los colores aztecas, pero la grave enfermedad de su madre lo impidió. Hasta la Copa Oro y la Copa América, torneos que lo elevaron a la consideración mundial, aunque su fama siga maltrecha en decenas de páginas de Internet que lo castigan. Aún hoy.

Dicen que aún extraña su casa, aquellas baldosas en Artigas, una urbe a poco más de 600 kilómetros de Montevideo. Que casi no tiene noción de sus primeros 24 meses de vida en tierras aztecas, calles y recovecos que jamás volvió a ver, hasta hace apenas un puñado de semanas. Unos 32 goles en clubes y otros cinco en el seleccionado (cuatro de ellos, en este certamen), lo ubican en la cúspide, en el jugador más valioso de la Copa, detrás de Robinho y el ejército de estrellas argentinas. "Es un jugador extraordinario. No lo tenía", dijo, días atrás, Alfio Basile.

Es que pocos incluían en su carpeta de apuntes a este pícaro delantero zurdo que apenas supera el metro setenta. Que bailó a Brasil al compás de un carnaval carioca en el debut, sellado por un 2 a 0 que levantó la bandera de la reivindicación mexicana.

Demonio, Zorba, El Potosino o Nintendo, da igual qué apodo lo grafique mejor. Uruguayo, griego, italiano, nos da igual su documento de identidad. Nery es mexicano. Entre tanto tironeo burocrático de escritorios, un bálsamo de creatividad en el césped.

* Artículo publicado en LA NACIÓN, de Buenos Aires, Argentina

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Escrito en: Tri copa america 2007

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