¡Cómo disfruté su libro! Un día, mi querido amigo Andrés Roemer se encontró con la palabra “no”. Era un “no” pronunciado por la mujer que amaba, por la que estaba perdidamente enamorado, y por la que se creía correspondido. Bueno, pues un buen día, la “súper mujer” simplemente le dijo “Next”. Así como ese espectacular al que hace referencia Andrés, y que lo deja perplejo: “El mejor hombre es el siguiente... Soy totalmente Palacio”.
“No sólo vivimos en una época en la cual el mejor hombre es el que sigue, sino que el mejor amigo, la mejor relación, el mejor trabajo, la mejor ternura, el mejor juguete, el mejor teléfono, el mejor momento, la mejor vida... todo lo bueno, es lo que sigue: NEXT”.
Verdaderamente dolido -por lo que capto en sus palabras-, decidió, a manera de catarsis, explorar y compartir con nosotros toda una investigación simpática y profunda sobre cuál es su visión acerca de cómo vivimos hoy.
Con mezcla de asombro, pena ajena y propia, veo reflejada la manera de pensar y vivir de un sector de nuestra sociedad en el que imperan el consumo y el qué dirán, en el que se utiliza el shopping como terapia, se padecen dietas y gula, se nos ofrece todo y nada simultáneamente; y, como dice Andrés, hemos aprendido a posponer y a celebrar lo que sigue como respuesta a la frustración y la confrontación.
La pregunta clave que encuentro en el libro es la que enfrenta nuestra generación:
¿Por qué, si hoy tenemos más que nunca, somos menos felices y plenos?
Los ciudadanos de hoy tenemos cada vez más de todo, excepto felicidad. Andrés nos invita a imaginarnos que una bisabuela nos visita del más allá. ¿Con qué se encuentra? ¿Cómo nos ve? Su reporte, al regresar, diría: “La generación NEXT tiene tanto de lo que las generaciones previas carecieron, son más saludables, disfrutan de incontables comodidades modernas y poseen una mejor formación profesional: empero, no tienen otros elementos básicos para la felicidad, como sostener relaciones estables, sentido de comunidad, un tránsito aceptable hacia la adultez, y amor comprometido hacia la pareja”.
En el libro hay frases lapidarias: “El exceso nos ha hecho escasos en esencia”. ¡Ouuch! “El estatus aumenta tu identidad, te ofrece ser alguien”. “El cambio más notable de esta generación constituye una desconexión entre sexo y envolvimiento emocional”. “Aburrirse es un pecado capital”. “La expresión romántica del amor hasta que la muerte nos separe está definitivamente pasada de moda, kitch, proscrita”.
No. Un imperativo de la Generación Next, es el resultado de una experiencia de dolor y desamor. Nos describe la generación NEXT, que es intolerante a los losers (perdedores), a lo que no es cool, a los nerds, a los cursis, a los que se clavan en pensar, sentir y ser complejos.
Roemer nos proporciona datos duros que invitan a reflexionar: “La cantidad de niños que toma medicamentos para mejorar su estado de ánimo se ha triplicado entre 1987 y 1996. En la Universidad de Kansas, el número de estudiantes tratados por depresión se duplicó entre 1988 y 2001, y el número de suicidas se triplicó. En México, no tenemos registros estadísticos sobre esto, pero es claro que la confusión y el síntoma es igual de latente.”
En fin. Cada página nos da algo en qué pensar y, a manera de comerciales de televisión, para no dejar de pertenecer y de apelar a la generación NEXT, Roemer nos salpica los trancazos con las maravillosas y legendarias ilustraciones de Charlie Brown de Schulz. Te lo recomiendo.