“Como renuevos cuyos aliños un viento helado congela en flor, así cayeron los héroes niños ante las balas del invasor”; así más o menos decía el poema alusivo a los Niños Héroes que nos hacían memorizar en la lejana escuela primaria y que viene al caso luego del triste desenlace de la eliminatoria para el Mundial Sub-17 tenida por el cuadro nacional allá en Tegucigalpa, Honduras.
La prensa nacional ha vertido un sinnúmero de comentarios sobre el desempeño del Tri pero todos coinciden en considerar esta aventura como un fracaso, y es en este punto donde quiero invitar a la reflexión a usted, amable lector, quien tendrá siempre la mejor opinión.
El comparar a estos chicos con la selección campeona del mundo en Perú, hace apenas dos años, me parece irreal y a todas luces injusto pues los parámetros no se ajustan por las circunstancias que rodearon ambos procesos, a saber:
a) El tiempo de búsqueda y selección que tuvo el cuerpo técnico encabezado por Jesús Ramírez fue mucho mayor en el antecesor de este grupo pues venía incluso de un trabajo con jóvenes desde la Sub-15, por lo que se conocían al dedillo.
b) Nadie presionó al equipo campeón con resultados, es más, ni los pelábamos, hasta que empezaron a ganar y llegaron a la final ante Brasil, mientras que al cuadro actual se le impuso la carga emocional de ser el “campeón defensor”, olvidando quizá que se trata de niños que quieren apenas ser grandes y batallan con el manejo de la presión.
c) La preparación física a la que tuvieron acceso los vencedores en el Perú fue mil veces superior a la del cuadro que asistió a Tegucigalpa, por la sencilla razón del tiempo que permanecieron concentrados y así llegaron al Mundial convertidos en verdaderos atletas, lo que no sucedió ahora cuando se entró en franca desventaja con rivales bien dotados en este aspecto, como Haití y Honduras.
d) El equipo de 2005 obtuvo la calificación jugando en casa, mientras que estos jóvenes se fueron a meter al Estadio Tiburcio Carias, donde hasta a los jugadores grandes les temblaron las piernas en alguna ocasión.
Llega la hora de las conclusiones y ojalá no se ponga de moda el gustado deporte nacional de buscar culpables y cortar cabezas; lo primero que se debe encontrar es la respuesta al porqué este grupo no pudo jugar bien al futbol. Todo lo demás será consecuencia y dará luz en cuanto a los siguientes procesos de selección con límite de edad.
Los nombres de Hugo González, Christian Pérez, Daniel Cervantes, Jesús Cuevas e Isaac Brizuela quizá no le digan nada al aficionado común pero tampoco en su momento significaban mucho los Araujo, Arias, Villaluz, Guzmán, Giovanni, Vela y compañía, los cuales saltaron a la fama fruto de su aguerrida victoria ante la selección de Brasil en aquella inolvidable final.
Muchos de aquellos “niños héroes” permanecen en el olvido de sus clubes mendigando el debut o minutos para mostrarse en el máximo escaparate; ojalá que a los actuales no se les marque por el “pecado” de no haber sabido defender un logro valiosísimo pero conseguido bajo circunstancias totalmente diferentes.
De la continuidad de Jesús Ramírez, ni hablar, es el hombre indicado. Y a los señores federativos una súplica: ¡déjenlo trabajar!