Al fin, luego de más de un año de la tragedia de Pasta de Conchos, la Procuraduría de Justicia del Estado de Coahuila logró que fueran obsequiadas cinco órdenes de aprehensión por la muerte de los sesenta y cinco mineros del accidente ocurrido en una mina propiedad de la empresa Industrial Minera México en el centro de Coahuila.
La noticia se quedó al fin en medias tintas, ya que los señalados como presuntos responsables son los empleados Rubén Escudero Chávez, gerente general de Industrial Minera México en Coahuila; Sergio Rico Pérez, superintendente de la mina Pasta de Conchos; Fermín González Bernea, superintendente; Antonio Campos, supervisor de seguridad y Emilio Rodríguez Díaz, ingeniero de seguridad. Son funcionarios de mandos medios, que en determinado momento pueden aparecer como chivos expiatorios de lo sucedido.
Todos ellos resultan ser empleados operativos, con lo cual cabe la posibilidad de que efectivamente las condiciones que generaron la explosión por gas grisú fueron ocasionadas por la displicencia de los responsables directos, o bien, luego de las explosivas declaraciones del gobernador Humberto Moreira, en las que señala que la responsabilidad alcanza a Pedro Camarillo, a la sazón delegado de la Secretaría del Trabajo cuando se produjo el accidente y aun más, el castigo penal debería alcanzar al ex secretario del Trabajo y Previsión Social Francisco Javier Salazar Sáenz, inclusive la diócesis de Saltillo acusó de responsables a los propios dueños de la empresa, lo que obliga a pensar que de demostrarse que las condiciones de riesgo que existían en la mina y que por consecuencia desencadenaron los hechos fatales, eran de conocimiento sistematizado, y que a sabiendas de ello y en pos de una utilidad aun en contra de los mineros, se mantuvieron en zona de riesgo, simplemente es evidente que las órdenes de aprehensión deberían ser para más arriba.
El punto es que una impresión es que como siempre estarán pagando pobres por ricos, o se excluirán a los poderosos, tal vez ésa sea la causa de lo empecinado que se comporta Moreira en el señalamiento de los presuntos responsables.
Como siempre en los laberintos de la Ley, resulta que en la esfera federal será la instancia correspondiente a investigar e integrar las averiguaciones previas para determinar si existe o no responsabilidad de Camarillo y Salazar y en este caso el factor político entra también en la ecuación ¿quién puede ignorar la cercanía de Camarillo con Zermeño, y de Salazar que hoy es parte de la plana mayor directiva del partido en el poder a nivel federal: el PAN?
En el fondo, la realidad es que el Moreira Valdés se le ha distorsionado un poco la razón. Que se establezca con toda precisión la señalada por el titular del poder Ejecutivo la posición cruel del secretario Salazar en su actuar los días posteriores a la explosión es casi imposible, ya que se trata de diálogos que se suscitaron entre ellos en los momentos en que se atendía a las familias de los sepultados. Es la palabra de uno con otro en último caso, lo que conduce a nada al final si aparecen otras pruebas en el campo legal. El otro ángulo es la cada vez más clara animadversión del profe Moreira por todo aquello que huela a derecha o más claro: a burguesía, es su expresión más vulgar. Humberto Moreira puede tener sus preferencias, odios y filas personales, pero no debe olvidar que al final, él tiene que gobernar para todos bajo las normas que le establezca la propia Ley que juró respetar y hacerla respetar, así que tendrá que gobernar también para los burgueses que tanto detesta, sencillamente por mandato legal.
Lo único que queda esperar es que las investigaciones se lleven con todo profesionalismo y al final que sancione a quien tenga responsabilidad por tan lamentable hecho, se debe agradecer la defensa de Moreira de las familias de los mineros muertos, al fin habrá alguien que desde una posición redime un poco a aquellos que sufren de los abusos y desigualdades, pero igualmente, el gobernador tendrá que reflexionar que no le queda excederse por pasiones, buenas o malas, en su proceder.
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