Ya es desesperante el estilo tan peculiar de apreciar y calificar el actuar de sus colaboradores por parte del alcalde, José Ángel Pérez. Decir que todo está ?súper bien?. Parece que el presidente municipal fue infectado por esa extraña enfermedad que le afectó al ex presidente Vicente Fox cuando ejerció la primera magistratura del país y que le daba por cegarse ante la realidad e imaginarse que gobernaba una nación con problemas superados, aquéllos como pobreza y marginación; no hace falta pensar en la seguridad pública, gran flagelo actual de nuestra patria.
Para Fox siempre en su imaginario la nación era un ensueño, lo malo es que quiso que todos los demás nos creyéramos sus fantasías, acusando que su mente se había apartado un tanto cuanto de la realidad. A nivel ranchero, esa es la primera lectura que se tiene que hacer de la evaluación de Pérez Hernández.
Aún más, el edil tiene derecho a decir lo que le parezca, para eso existe la libre expresión que tanto ha costado a México, pero el súper bien es sencillamente un exabrupto que lastima a más de dos. No es sencillo saber qué tan consciente está José Ángel que la comunidad que gobierna y que le paga su salario a él y a sus colaboradores, está compuesta por una inmensa mayoría de pobres o clase media baja y su caló habitual dista mucho de esa expresión que se utiliza en las clases altas, de donde justamente proviene Pérez.
La desigualdad no es un factor que le preocupe mucho, por lo menos en la apariencia, quizá eso puede explicar su tan peculiar frase vertida en la arena pública, rodeada tarde que temprano, por gente humilde.
Queda pues como anécdota el súper bien, lo que no se puede calificar de esa manera son los resultados de su Administración, pues si con ese apelativo describe el funcionamiento de su Gobierno, resulta por demás discutible.
Las comparaciones son odiosas, pero a veces necesarias. En el municipio de Saltillo la construcción de varios puentes indica avances tangibles, incluso en Matamoros ya se edifica otro paso a desnivel, en eso, Torreón va más atrás, por los motivos que quieran tomar. No tiene caso ya hablar de la Administración pasada. Donde Estado y Municipio se coordinaron para hacer el mal logrado Distribuidor Vial Revolución, la ampliación a ocho carriles del Periférico en la parte de Torreón, el bulevar Laguna Sur, los puentes sobre la antigua carretera a Santa Fe y a La Unión, por lo que quedan al recuerdo de bote-pronto. La remodelación del bulevar Independencia y Diagonal Reforma fueron antecedentes de lo que acertadamente se está haciendo en el Revolución.
En Torreón sin duda se está trabajando en la Policía, la percepción es clara, también tiene su mérito el DIF, que continúa en su labor difícil, pero en general la realidad es otra. Apenas anteayer, Carlos Gregorio Ramírez, director de Servicios Públicos municipales aceptaba que la mitad del alumbrado ha fallado y que hoy el treinta por ciento está descompuesto. Esto puede hablar de que en catorce meses efectivos de gobierno, el municipio no fue capaz de efectuar las obras viales más trascendentes que se anunciaron con bombo y platillo y que también son motivo de señalamiento.
Los dimes y diretes fueron del Estado a Municipio, pero la realidad es que no hay obras como consecuencia.
En Simas, la destitución del gerente técnico, con cerca de 20 años de antigüedad destapó un asunto en que la Abastecedora de Aguas ha sido el sitio donde se están pagando compromisos y favores políticos, que alcanzan incluso los mandos medios, aquellos que realmente deben conocer de su trabajo.
Será difícil establecer si en realidad todo está súper bien, por lo pronto y a manera de recomendación, para que a la próxima se escuche más nice (es el mismo caló del súper bien y el mundo de nuestro presidente lo entiende) cuando se le pregunte a Pérez cómo está todo, puede decir: súper cool.
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