Con 54 años de edad, muy bien vividos según ella misma, la senadora argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien dice: “no soy la candidata del oficialismo” realizó la semana pasada el lanzamiento oficial de su candidatura a la Presidencia de su país. Si las elecciones fuesen en estos momentos, según las encuestas sería la ganadora absoluta ya que éstas le otorgan entre el 40 y 50 por ciento de los votos, lo que la ubica por encima de cualquiera de sus rivales.
No hay que negar la capacidad de argumentación que maneja en sus discursos la mujer nacida en La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, lo cual sumado al excelente manejo que tiene de las cámaras, su pose “fashion” y la relación fraternal que sostiene con los medios de comunicación, la convierten en un rival de peso para los demás contendientes a la silla presidencial argentina. Hasta el momento los demás centros de poder se han mantenido al margen del destape, es decir, tenemos que esperar hasta los días cercanos en los que los argentinos acudan a las urnas para empezar a ver el clásico entre los presidenciales, cuando salga a la luz pública el origen de la crisis energética del actual Gobierno; sus escándalos de corrupción y todo lo que le dará a la señora de Kirchner un seguro bajón en las preferencias de los votantes.
En varias entrevistas que la candidata a la Presidencia ha concedido a nivel nacional e internacional ha comentado: “No hago política por ser la esposa del presidente de la República. Cuando me incorporé a la política, las mujeres estábamos a la par con los hombres. No hubo un momento especial para tomar la decisión, es el momento de la política. Uno no se levanta un día, se mira al espejo y dice... ¡Uy, qué cara de presidenta que tengo! Es una decisión que se medita y se analiza según cada situación y se vuelve a estudiar si las circunstancias cambian. La decisión está vinculada a la marcha del país, pero en ningún caso a la permanencia en un puesto”, lo dicho, la seguridad de que ocupará la silla grande de su país la hace preocuparse más por la pose de Evita que quiere promover que por los temas de interés nacional que ocupan a su pueblo. A pesar que la candidata ha manifestado públicamente su desinterés de ocupar un espacio político para hacer relaciones públicas, lo que deja entrever es una posición completamente diferente, ya que en cadena nacional reiteró su simpatía con la Evita que según la señora de Kirchner es: la Eva con que se siente identificada es la Eva Perón del rodete y el puño crispado frente al micrófono. No con la Eva milagrosa con la que sí se identificaba más mi madre, la Eva del Teatro Colón, el hada buena que había llegado con Perón a repartir el trabajo, el derecho al voto...
Lo que sí es cierto, es que si Cristina Fernández de Kirchner ocupa la Presidencia de la Argentina, en este país del cono sur se verá una continuidad en todos los programas sociales y económicos, los mismos que en estos años de Gobierno no han mostrado muy buenos resultados. Por lo pronto el perfil de ésta, la CK, como la llaman en Argentina se asimila cada vez más al mostrado por la otra dama, la del norte, la señora Hillary Clinton, quien en caso de llegar a la Presidencia de Estados Unidos estaría mostrando cómo dos familias, en este caso los Bush y los Clinton han manejado los destinos del mundo en el último cuarto de siglo. Lo que resulta totalmente inoperante para los latinoamericanos, como es contado por la historia los gobiernos que salen de nuestros países, salen con un sinfín de errores que de ninguna manera sería conveniente aceptar y menos repetir, la prueba de fuego para la primera dama de Argentina será en octubre y como dijo el poeta “el día de la quema se ve el humo”.
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