Don Jesús Martínez Barrozo tiene 25 años trabajando en la obra.
TORREÓN, COAH.- Hace 25 años que don Jesús comenzó a cargar botes con cemento. Desde entonces, su vida transcurre entre arena, varillas y andamios. Dice que el trabajo de albañil es pesado porque apenas descansa unas horas, cuando ya tiene que levantarse para volver a la obra.
Este tres de mayo es el Día del Albañil, también es conocido como el Día de la Santa Cruz. Don Jesús Martínez Barrozo aún no sabe si su patrón les llevará comida y cerveza al lugar donde construyen el tercer centro comercial de Torreón, pero asegura que se dará tiempo para poner una cruz en la obra, e ir a misa para darle gracias a Dios por cuidarlo en su trabajo.
Dice que a veces se siente cansado, pues aunque ya dejó de ser un simple albañil y ahora es “maistro” de obra, ya no tiene las mismas fuerzas de hace 25 años cuando comenzó a trabajar, “no estudié, sólo llegué hasta sexto de primaria porque mis padres eran muy pobres y éramos nueve hijos”.
En el cuerpo de don Jesús no hay una sola marca o cicatriz que delate su trabajo. Nunca se ha caído ni golpeado con el marro o el pico. La cojera de su pie derecho es consecuencia de una poliomielitis que contrajo cuando era un niño.
Sin embargo, las arrugas de su cara, los callos de sus manos y el color de su piel, hablan de un hombre que pasa muchas horas bajo el sol. A veces, dice, con sólo levantar un poco la vista hacia el cielo, los ojos duelen. Y es que no es fácil trabajar con 43 grados de temperatura.
“Pero me tengo que aguantar porque no sé hacer otra cosa que construir. En mi casa éramos muy pobres, el sueldo de mi papá no alcanzaba para mantenernos y como soy el mayor de mis hermanos, tuve que ponerme a trabajar desde los doce años para ayudar con el gasto”. Don Jesús Martínez Barrozo vive en la colonia Las Luisas de Torreón. Cuando va por la calle, le da mucho orgullo ver los edificios que ha ayudado a construir como la Clínica 71 del IMSS, John Deere, Caterpillar y residencias.
A veces se lamenta que ninguno de sus cuatro hijos haya querido estudiar, sólo llegaron hasta secundaria y luego se casaron. “Yo quería que terminaran la escuela para que no anduvieran cargando botes de cemento, cortando vigas, en fin, es algo muy pesado, pero ellos no quisieron”.
Para llegar al centro comercial que construye, don Jesús usa su bicicleta. Así no gasta tanto en pasaje y “me muevo más de volada”, y agrega: “una vez me caí, por eso ya trato de andar más tranquilo”.
En sus 25 años de albañil, don Jesús nunca ha necesitado un cigarro de marihuana o una cerveza para soportar las jornadas de trabajo. Todos los días llega a las ocho de la mañana para irse a su casa a las seis de la tarde. Ahora que es “maistro”, el trabajo no es tan pesado porque tiene ayudantes. Dice que seguirá en la obra hasta que su cuerpo aguante, hasta que las fuerzas se le terminen: “no sé hacer otra cosa que andar cargando botes