EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Norman Borlaug| Jaque mate

Sergio Sarmiento

“El alimento es un derecho moral para todos los que vienen al mundo”.

Norman Borlaug

Dallas, Texas, EUA.- Este pasado 17 de julio el doctor Norman Borlaug recibió la medalla de oro del Congreso de los Estados Unidos de manos del presidente George W. Bush. Se trata del galardón más importante que otorga el Poder Legislativo de ese país. La presencia del presidente Bush en la ceremonia, en un momento en que el Congreso es controlado por demócratas y en que el galardón le estaba siendo entregado a un hombre que ha colaborado con el ex presidente demócrata Jimmy Carter, enfatizó la importancia del científico a quien se estaba rindiendo homenaje.

Muchos de los presentes en la ceremonia eran mexicanos. El doctor Borlaug, después de todo, ha hecho buena parte de su trabajo en nuestro país. “En México he pasado 63 de mis 93 años”, me dijo este sábado en una plática en Dallas. Y si bien su salud le ha impedido viajar a la Ciudad de México en los últimos tiempos debido a la altitud, me decía que espera que los médicos le den pronto permiso de regresar al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco donde ha hecho buena parte de sus investigaciones desde hace años.

El doctor Borlaug es el impulsor de la llamada “revolución verde”. Ésta permitió, a través de la introducción de nuevas variedades de grano y de fertilizantes, aumentar de manera espectacular la producción de granos en el mundo. En 1950 la producción total de los principales cereales –maíz, trigo y arroz— era de 650 millones de toneladas para lo cual se empleaban 600 millones de hectáreas. Los especialistas del mundo daban por hecho que no sería posible evitar en los años sesenta una hambruna en países como la India, lo cual llevaría a la muerte a millones de personas. Pero la aplicación en la India, Pakistán y otros países de los métodos desarrollados por el doctor Borlaug y sus colegas del CIMMYT de México permitió que la producción aumentara de manera constante y se evitara esa hambruna. En el año 2000 la producción mundial de granos era ya de 1,900 millones de toneladas. Lo más notable es que la superficie usada para los cultivos apenas había aumentado de 600 a 660 millones de hectáreas.

El doctor Borlaug recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970. Se le acreditaba con haber salvado a mil millones de personas de morir de hambre. Es verdad que nadie puede decir cuántas personas pudieron haber muerto de hambre en los años sesenta si no se hubiera generado esa revolución verde, pero no hay duda de que se trataba de millones de personas.

Como hombre del campo convertido en científico, el doctor Borlaug ha asumido recientemente la defensa de los cultivos modificados genéticamente, los llamados transgénicos. Para él, la modificación genética de productos agrícolas no es más que una continuación de las cruzas de variedades que se han llevado a cabo desde el principio de la agricultura y que se han vuelto más intensas a partir del reconocimiento de las leyes de la herencia por Gregor Mendel en el siglo XIX. “Hasta la fecha –afirma— no hay una sola prueba científica creíble que sugiera que comer productos agrícolas transgénicos daña el organismo humano o el ambiente”.

Su posición lo ha vuelto blanco de ataques por parte de organizaciones ecologistas radicales. Xavier Pastor, de la organización Greenpeace en España, lo tildaba hace algunos años de “tecno-fanático” y lo acusaba no sólo de no haber ayudado a salvar vidas con la mayor producción agrícola de la revolución verde sino que le achacaba todas las muertes por hambre que ha habido en el mundo en las últimas décadas. Ante esas críticas, el doctor Borlaug responde: “Ellos no han sufrido hambre”.

Quienes conocen el trabajo del doctor Borlaug no tienen dudas. Ahí están los aumentos de producción agrícola que él y otros investigadores han logrado. Si los métodos de producción no se hubieran mejorado, afirma, habría sido necesario tirar millones de hectáreas de bosques y selvas, y usar cada vez suelos más marginales para tratar de mantener la producción agrícola a un nivel suficiente para alimentar a una creciente población mundial. El daño a la ecología de esa expansión de la tierra de uso agrícola, añade, habría sido brutal.

Norman Borlaug tiene 93 años de edad. Los reconocimientos que ha recibido a lo largo de los años son muy importantes. Ahí está la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos, el Águila Azteca del Gobierno mexicano y el Premio Nobel de la Paz, entre otros. Pero quizá el mayor reconocimiento es el que le dan los científicos y técnicos que trabajaron y se adiestraron con él en Texcoco, Sonora, India, Pakistán y África. Muchos de ellos lo recuerdan como su maestro y saben el papel que ha tenido en la lucha contra el hambre en el mundo.

EL OTRO JESÚS

Lo llamaban Jesús del Gran Poder. Se trataba de Jesús de Polanco o Jesús Polanco Gutiérrez, presidente y principal accionista de Grupo Prisa español, quien murió este 21 de julio. Fundó la Editorial Santillana y El País, el diario más importante de España. Sus intereses en España se extendieron a la Cadena Ser de radio, a la Cuarta cadena de televisión y al sistema de televisión por satélite Digital+. En México, la empresa es socia operadora de Televisa Radio. Cuestionado por el Partido Popular por sus supuestas simpatías con el Partido Socialista, Polanco tuvo un papel crucial en el proceso de transición a la democracia de fines de los años setenta en especial con el periódico El País.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 287768

elsiglo.mx