AGRICULTURA TRANSGÉNICA CONTRA AGRICULTURA ORGÁNICA
El hombre es independiente de las leyes que rigen los equilibrios ecosistemáticos, si ello no fuera así, no existirían problemas ambientales, porque las sociedades humanas estarían regidas por las mismas leyes que determinan el crecimiento y el comportamiento poblacional de cualquier especie. Pero el hombre modifica todas las leyes ecosistemáticas en función de su cultura; lo que ésta modifica son todas aquellas regulaciones biofísicas, ínter e intraespecíficas que actúan sobre los ciclos de la materia y los flujos de la energía en el ordenamiento ecosistemático.
Desde hace miles de años los agricultores han estado alterando la estructura genética de los cultivos que siembran. La selección efectuada por el hombre para obtener características tales como el crecimiento más rápido, semillas más grandes o frutos más dulces ha modificado notablemente a las especies vegetales, en comparación de sus parientes silvestres. El desarrollo en los últimos años de las técnicas de la biología molecular ha dotado al hombre de herramientas que le permiten acceder y manipular el ADN de los organismos. Una de las aplicaciones de lo que se ha llamado "ingeniería genética" consiste en el desarrollo de técnicas moleculares para la modificación genética de variedades de plantas, animales y microorganismos utilizados como alimentos o que intervienen en el proceso de obtención de alimentos. Estos alimentos así obtenidos son llamados alimentos "transgénicos", pues provienen de organismos portadores de material genético perteneciente a especies no emparentadas que le han sido transferidos por medio de ingeniería genética; la manipulación de la información genética de diferentes especies se hace con el fin de mejorar la calidad de vida del hombre; es evidente por ende su uso en la solución de problemas que aquejan a la sociedad como lo es el hambre.
La tecnología transgénica permite que organismos que hasta ahora habían estado por completo fuera de la gama de posibilidades de ser donadores de genes pueden ser usados para donar características deseables a plantas de cultivo. Estos organismos no proporcionan su conjunto completo de genes, más bien donan sólo uno o unos cuantos genes a la planta receptora. Las plantas transgénicas fueron creadas por primera vez a comienzos de los años 80 por cuatro grupos que trabajaban de manera independiente en la Universidad de Washington, St. Louis, Missouri, la Rijksunivesiteit en Gante (Bélgica), la empresa Mosanto en St. Louis, Missouri, y la Universidad de Wisconsin. Estas primeras plantas Transgénicas eran especímenes de laboratorio, pera la investigación posterior ha desarrollado plantas transgénicas con características útiles desde el punto de vista comercial, manipulando la información interna de los cultivos seleccionados al introducirles cambios de color, sabor, resistencias a plagas obtenidas principalmente de bacterias u otros vegetales con el fin de producir un alimento de mejor calidad tanto en nutrimento como en rendimiento económico.
Por la reciente aplicación de esta nueva técnica en cultivos de consumo humano se han encontrado inconsistencias en los productos resultantes, lo que hace que algunas comunidades científicas y grupos sociales se inclinen por la agricultura orgánica, la cual integra los aspectos benéficos de la agricultura tradicional (indígena, negra, campesina) y los adelantos científicos. Busca producir alimentos de la mejor calidad sin alterar el medio ambiente, ni agotar los recursos naturales, evitando todas las formas de contaminación, manteniendo y ampliando la biodiversidad generando un entorno laboral saludable.
Lo ambiental tiene vigencia, no sólo como una manera interpretativa de la realidad o como un marco filosófico de vida personal, sino también y de forma mucho más marcada, como una vía crítica para resaltar los beneficios o indicar los peligros de los actuales estilos de desarrollo, vigentes en la actualidad casi exclusivamente bajo la férula del progreso económico.
En el plano agrario, la dimensión ambiental exige una comprensión del escenario biofísico o ecosistémico en el que se desarrollan las actividades de producción y, al mismo tiempo una aproximación cultural a los grupos humanos, en donde se haga visible la estructura simbólica, la organización socioeconómica y la plataforma tecnológica a través de las cuales se realiza la apropiación de la naturaleza.
En el presente los alimentos transgénicos son negados por sus creadores e introducidos de contrabando en diferentes países mezclándolos con alimentos de obtención tradicional, a lo cual no se sabe el por qué, lo que puede llevar a una serie de especulaciones.
Los cultivos transgénicos pueden producir toxinas medioambientales que se mueven a través de la cadena alimenticia.
Al negar la etiquetación de estos alimentos por parte de las empresas productoras cualquier especulación es válida mientras se obtengan los resultados de actuales investigaciones sobre el tema.
Los seguidores del modelo de agricultura orgánica promueven la integración de la producción animal y vegetal en campos de cultivo diversificados y en procesos de reciclaje de materiales como una manera de aprovechar los recursos locales y de facilitar la autonomía económica, situación que jamás se logrará dependiendo de semillas suministradas por fabricantes impersonales. Este punto es una ruptura irreconciliable entre las dos visiones de la agricultura.
Una de las mayores críticas del modelo transgénico es la dependencia que genera entre varios tipos de agricultores para la compra de insumos como los herbicidas que ofrecen las mismas transnacionales que ofrecen las semillas transgénicas.
La Agricultura Orgánica promueve la diversidad de cultivos y la transgénesis niega esa diversidad, aunque afirma que estas plantas subsistan junto a las normales. Los campos diversificados son en sí mismos estrategias de control de plagas, enfermedades, porque en un ambiente de abundante oferta alimenticia aparece igualmente una gran cantidad de organismos que se interrelacionan entre sí y con las plantas cultivadas y emergentes, facilitando el autocontrol del agrosistema. Un campo genéticamente uniforme tiene una susceptibilidad mayor a cualquier factor adverso del ambiente porque no posee multitud de expresiones de la vida que se pueden obtener a él.
Desde el punto de vista sistémico, la agricultura incluye no solamente las prácticas inherentes al manejo de suelos, aguas, coberturas vegetales y especies animales, sino que contempla, de manera integrada, los procesos de almacenamiento poscosecha, transporte, distribución y mercadeo de los productos agrícolas; fuentes de crédito y financiación; manejo de residuos; infraestructura de servicios, salud, nutrición y consumo de alimentos; uso y conservación de cuencas hidrográficas, entre otras... en todos estos niveles los transgénicos tienen que demostrar su sostenibilidad.
La Agricultura Orgánica basa su discurso en movimientos de contracultura que se opusieron durante largo tiempo a la filosofía y a la práctica de la Revolución Verde, como una forma de vida. El rechazo al uso de todo tipo de venenos para proteger cultivos y la promoción de la vida en el agrosistema son las bases que sustentan a estos movimientos y que las hacen girar en torno a la producción de alimentos sanos, no contaminados, nutritivos y libres de cualquier riesgo sobre la salud humana. Atributos que no poseen las plantas transgénicas debilitadas pese al incluir en sus códigos genéticos elementos extraños que potencian alguna característica, pero que pueden influir negativamente en otras (muchas desconocidas).
Los cultores de la agricultura ecológica promueven la integración de la producción animal y vegetal en campos de cultivo diversificados y en procesos de reciclaje de materiales como una manera de aprovechar los recursos locales y de facilitar la autonomía económica, situación que jamás se logrará dependiendo de semillas suministradas por fabricantes impersonales. Este punto es una ruptura irreconciliable entre las dos visiones de la agricultura.
Una de las mayores críticas al modelo de revolución verde fue la dependencia que generó entre varios tipos de agricultores para la compra de insumos externos (semillas, maquinaria, agrotóxicos). Ahora los cultivos transgénicos vienen amarrados a la compra de los herbicidas que ofrecen las transnacionales profundizando la dependencia. Los agricultores ecológicos luchan por liberarse de los venenos de la química agrícola y también de los venenos de la dependencia económica.
FUENTE: Ivonne Meneses Angulo y César Mosquera. Universidad de la Salle, Bogotá, Colombia