¿Qué leo? La Paradoja del Interventor, de Gonzalo Hidalgo, una pluma española muy nueva y muy aplaudida. Un texto sospechoso, extraño. Mezcla de Kafka con Banville. Un amigo relee París no se Acaba Nunca y me celebro que haya pasado el tiempo necesario para leerlo de nuevo. Mi amigo Roberto Brodsky prepara un seminario sobre literatura del futuro: Bolaño, Bellatin, Gombrowicz, Vila-Matas. Doctor Pasavento, de este último, elegido Mejor Libro del Año en España. Yo agregaría Bouvard y Pecuchet de Gustave Flaubert, un texto que renace cada día, y Tristram Shandy, de Lawrence Sterne.
¿James Joyce es presente, futuro o pasado de la novela? Proust, Broch, inmortales. Releer Molloy, de Samuel Beckett, y todo Thomas Bernhard y no dejar página sin revisar de Robert Walser. Crece cada minuto que pasa. Otro amigo feliz de leer a Orhan Pamuk, Nieve, que es una novela perfecta como un cuchillo. Busco desesperadamente a Antonio Benítez Rojo y su Mujer en Traje de Batalla. Deuda cubana que no encontré. Un bello libro de poemas de Heberto Padilla antes de su humillación política, tan hermoso, tan fino, tan inolvidable. Anotar que no vamos a poder dejar pasar a la belga Amélie Nothomb en Biografía del Hambre. Y seguir esperando con ansias Lunar Park, la autobiográfica decepción del éxito de los años 80s de Bret Easton Ellis. Agregar a Frank McCourt en El Profesor, con todas las sospechas del superventas. Preguntarse cuándo pero cuándo en este país dejaremos que entre en gloria y majestad Luis Mateo Díez, enorme autor contemporáneo tal como no dejamos salir a Christopher Domínguez gran autor nuestro, literalmente hablando de tamaño XXL. Fronteras editoriales injustas. El Pecho es una fábula de Philip Roth que reeditan pero yo estoy sumido en Saul Bellow y lo que me pongan por delante de un escritor cada línea más potente. Trotta, una editorial seria, publica El Evangelio de Judas y a Hans Küng, el polémico teólogo en El Islam. Historia, Presente, Futuro. Libro casi de emergencia. Melissa Bank, de la ?next generation? yanqui, agrega una novela a lo Woody Allen: Un Lugar Maravilloso. Sencillamente para chuparse los dedos la ?Biografía? del grandioso Antón Chéjov (¿qué habríamos hecho sin él?). En manos de la estilista Natalia Ginzburg. Como Baudelaire: Juego sin Triunfos compuesto por Mario Campaña, también Schiller de Rüdiger Safranski y Mao de Jung Chan y Jon Halliday, la historia desconocida de otra demencia política más del siglo recién pasado. Bellísima La Ciudad de los Ángeles Caídos, de John Berendt. Alguien proclama a Murakami como el mejor novelista vivo. Habría que releerlo.
