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Noticias gratas| A la ciudadanía

Magdalena Briones Navarro

En medio de múltiples noticias malas: desórdenes climáticos con pérdida de vidas y patrimonios, comercio de personas, pobreza económica y educacional, nihilismo extenso, crímenes nunca vistos, agresividad generalizada. Bueno, todo lo que se ha vuelto cotidiano, me enternecieron dos publicaciones durante la semana pasada. Un jovencito y dos niñas de prepa y secundaria anunciaron haber descubierto que con cáscara de huevo es posible limpiar diversas impurezas de materiales nocivos.

Fueron felicitados por el Presidente al que comunicaron su interés por continuar sus estudios superiores en acreditadas universidades. La niña más pequeña, reclama públicamente al sistema la improcedencia de las ilimitadas inversiones en Futlbol contra la magra suma invertida en Investigación. Creo que va este reclamo para aquellos, oficiales o civiles, que con el deporte hacen el negocio de sus vidas, distrayendo la atención pública a cuestiones no básicas. Creo también que a su corta edad ha intuido la precariedad del conocimiento, la necesidad del él, la dificultad para obtenerlo y la inmensa riqueza que el conocimiento aportaría a nuestra Patria y a la Humanidad.

La otra noticia, más conmovedora aún: “38 pequeños habitantes del Soconusco superan a 8.5 millones de alumnos de tercero, cuarto, quinto y sexto de primaria en la prueba de ENLACE”, (matemáticas y español, aplicada por la SEP)… sigue extracto: pertenecen a una comunidad de 322 habitantes, a 1,700 msnm, de difícil acceso y tránsito. Su escuelita, su vestimenta, su calzado, libran apenas lo necesario elemental. Con un ingreso medio de 60 pesos al día / familia, calcule usted en cuántos renglones más estarán verdaderamente limitados.

A esos niños, a su maestro, a sus padres, tan esforzados en progresar, en saber, en crecer, a ellos “en la Sierra Madre de Chiapas, del Soconusco, del Municipio de Escuintla, del pueblo San Juan Panamá, de la Primaria Pública Francisco Villa”, mi más entusiasta felicitación y mi agradecimiento como Mexicana. Méritos así, abren pequeños gajos de luz entre los nubarrones circundantes. Gracias también al cronista Juan Pablo Becerra Acosta quien nos enteró de tan gratísimo suceso.

Vestir, transportarse o habitar lujosamente, resulta hoy obligatoriamente prestigioso y admirable, aunque sólo muestre apariencias de lo valioso. Si se midiese el SER versus el TENER, quien acrecienta esfuerzos para ser mejor persona puede llegar a lucir como el Sol. Emanará luz, paz y amor, sabiduría, conocimientos para sí y para quienes le rodean. Ninguna otra forma conseguirá cualitativamente tal desarrollo humano; personal, familiar y social.

Intentar otros métodos de lucimiento distractores, significa un fraude personal y a la colectividad.

Cantidades estratosféricas en tiempo, esfuerzo y dinero gastadas por la Nación –Gobiernos y civiles– para educación, logran solamente el buen éxito de minorías salidas del empeño de algunos buenos maestros, a veces estupendos y de escolares interesados en saber, en superarse, observadores atentos a lo que oyen, ven y leen, inquisidores de significados del ambiente natural y social que los rodean.

Desde muy corta edad, lo que se juzga o intuye irregular crea preguntas ¿Qué está ocurriendo?, ¿Por qué ocurre?, ¿a cuántos atañe?, ¿por cuánto tiempo?, ¿cómo ocurrió?, ¿es bueno o malo? ¿referido a qué?, ¿qué puede pasar con tal o tales cambios?, ¿Cómo combatirlos o alentarlos?

Con entrenamiento, el preguntar se vuelve cada vez más incisivo, más profundo, más sutil, más rico, porque todo ser tiende a resolver sus cuestionamientos, a menos que no se le entrene a preguntar o que las respuestas sean tan tontas –por su mal planteamiento o por mentirosas– que el cerebro se hunde en un marasmo imposible casi de eludir y por salud, se paraliza.

A saber: “México, Magia y Encuentro”, ¿cómo puede interpretarse? De mil formas: tendríamos que organizar primero la concepción que se tiene de México que es el sujeto de los calificativos Magia y Encuentro, vocablos también necesitados de una definición. No es fácil, pero dependiendo del interés que se tenga, la profundidad con que se investigue el significado de cada palabra y la coherencia o no que demuestre de haberlas unido, encontramos qué tan apropiado es ponerlas juntas en todos sentidos, en algunos sentidos o en ninguno.

Quienes tienen la suerte de tener a lado buenos mentores –incluyendo un rico y equilibrado entorno cultural– ya van de gane, porque las palabras tienen significado, deben mostrar realidades. Observe la ventaja que significa conocer los lenguajes (incluyendo las matemáticas), para pensar y comunicarse cada vez con más precisión, como lo hacen –sin distractores y quizá por eso– los niños de Soconusco y las desventajas de quienes no pueden manejar más de 200 palabras cuyo significado cambia con el ánimo con que se emiten (madres, güeyes, etc.) caso frecuentísimo y desafortunado en Torreón en su presente Centenario, donde por otro lado se lucen juegos de azar, automóviles, edificios costosísimos, disfraces del saber y del progreso.

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