ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
CUADRAGESIMA SEPTIMA PARTE
Podemos concluir entonces, que cualquiera de estos tres estilos de psicoterapia que se mencionaron la semana pasada, representan en el presente el método de elección en el tratamiento de los trastornos de ansiedad infantiles, enfatizando nuevamente que no son los psicofármacos el tipo de tratamiento de elección por el momento. Tal vez en el futuro más cercano o a mediano plazo, conforme se investigue más cuidadosamente y a fondo el uso de ellos en la población infantil, y se confirmen sus resultados positivos, se detecten mejor sus efectos secundarios y consecuentemente sean considerados como sustancias seguras, también podrán ser utilizados en forma complementaria con cualquiera de estos estilos de psicoterapia, o con alguna otra nueva que surja y que compruebe obtener buenos resultados, como sucede en el caso en los pacientes adultos y adolescentes con este mismo tipo de trastornos. Por lo pronto, y a riesgo de sonar repetitivo, la psicoterapia definitivamente sigue siendo nuestra mejor opción, dosificada a cuando menos una sesión por semana con el niño o la niña, en sesiones que usualmente oscilan entre los 45 y 60 minutos de duración, para que sean efectivas.
Es importante considerar también, que a pesar de que en las escuelas de psicología a nivel de licenciatura, se dan cursos generales sobre los diferentes tipos de tratamientos que se utilizan en salud mental, así como sobre los diversos tipos, orientaciones y escuelas de psicoterapia que existen en nuestros días, se trata solamente de nociones generales a vuelo de pájaro. Por lo tanto, es imposible esperar que al terminar su carrera, un psicólogo o una psicóloga estén preparados para utilizarlas, especialmente aquéllas que son más especializadas y mucho menos en pacientes infantiles, en los que el grado de dificultad en su uso es todavía más alto que en los adultos. Por lo mismo, se requiere de un especialista en Psiquiatría o Psicología Infantil, que no solamente haya terminado su carrera, sino que además haya cursado una maestría específica en psicoterapia de cualquiera de estos estilos y que además esté enfocada al trabajo con pacientes infantiles. Generalmente, este tipo de maestrías pueden llevar de dos a tres o más años de estudio teórico, así como de prácticas con pacientes y sus familias supervisadas a su vez por maestros especialistas en la materia, además de que los candidatos lleven a cabo su propia psicoterapia personal. Tal vez por esas razones, son muy contados los especialistas que poseen tales credenciales en nuestra comarca.
Un siguiente punto muy importante en el tratamiento de los trastornos de ansiedad infantiles, que además es necesario puntualizar con gran énfasis una y otra vez, es el de que independientemente del estilo de psicoterapia que se utilice, siempre será necesaria invariablemente y en forma obligatoria, la presencia, la colaboración y la participación activa de los padres, como un complemento fundamental para formar este equipo de trabajo. Es decir, que además de las sesiones de terapia individual con el o la paciente, se requiere además de sesiones de trabajo con los padres, o con la familia entera, que es lo que se ha dado en llamar terapia familiar. La terapia familiar iniciada en la década de los cincuentas en el siglo XX por diferentes autores, puede ser orientada a su vez de diferentes maneras y con diversas estrategias, de acuerdo al estilo, la escuela y la orientación teórica que se siga y que originalmente fue marcada por dichos autores y sus seguidores, lo que obviamente también le proporciona una variedad de opciones, según las haya aprendido a utilizar cada terapeuta. Hay que tomar en cuenta asimismo, que el aprendizaje de la terapia familiar como método terapéutico requiere también de un proceso de capacitación intensivo a través de una maestría especial, con requisitos semejantes a los que se mencionaron en el caso de las psicoterapias. De acuerdo a las circunstancias específicas de cada caso, la terapia familiar puede llevarse a cabo en ocasiones por medio de sesiones espaciadas en las que participe la familia entera (es decir, los padres, el paciente, los hermanos, hermanas y demás miembros), o sesiones en las que sólo se encuentren los padres y el paciente, o inclusive en sesiones con los padres solos, que de todas formas se sigue considerando como terapia familiar. Se tiene que partir de la base de que a esta edad y en todos sentidos, el paciente depende por completo de sus padres, o de aquellos adultos que se hacen cargo de él o de ella. Es obvio que por lo mismo, un tratamiento de este tipo tiene por fuerza que involucrar a dichos adultos, ya que representan personajes básicos en la vida del paciente, que lo aman, se preocupan y se responsabilizan de sus acciones y de su educación y orientación. Por otra parte, la terapia familiar es importante debido al hecho de que un buen porcentaje de los conflictos que presenta el paciente, y que se reflejan en sus síntomas de ansiedad, tienen que ver con la dinámica y las condiciones de vida de la familia, así como con la relación e interacción que se da entre los padres como pareja, de ellos con el o la paciente, e igualmente con los demás hijos, y entre todos ellos como hermanos, y como miembros de una familia (Continuará).