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Nuestra Salud Mental / LA SALUD MENTAL DE LOS NIÑOS

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.

(PSILAC)

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(CUADRAGÉSIMA OCTAVA PARTE)

Por medio de la terapia familiar y específicamente de las sesiones con los padres, éstos pueden comentar abiertamente sus dudas, preocupaciones y necesidades con respecto al paciente, de ellos mismos como padres y naturalmente sobre el proceso de tratamiento en sí. De esta manera, el terapeuta a su vez será capaz de compartir con ellos sus impresiones diagnósticas, la información general y necesaria sobre el tipo de trastornos que presenta el paciente, así como las medidas y cuidados específicos que se deban tomar en el hogar, la escuela o el ambiente en general respecto al trato con el o ella. Además, en estas sesiones, el terapeuta tratará de responder las dudas, preocupaciones y necesidades de los padres y de la familia. Vista en esta forma, la terapia familiar se convierte inicialmente en un proceso educativo, que ayuda a orientar a los padres tanto sobre la enfermedad, sus orígenes, síntomas y consecuencias, así como sobre las medidas que se están tomando. Como podemos ver entonces, la psicoterapia sea individual con el paciente o grupal con la familia tiene un alto componente educativo para todas las personas involucradas en el proceso, y se convierte así en una gran responsabilidad del psicólogo o del psiquiatra en cuanto a la difusión de toda la información posible nueva y desconocida para la familia, así como de una excelente oportunidad para orientarlos. Este papel me parece de suma importancia, especialmente en un campo como es el nuestro, el de la salud mental, en el que desgraciadamente todavía resulta muy oscuro y funesto para tantas personas que padecen de una enorme falta de información, y que en su ignorancia aún mantienen conceptos medievales y mágicos sobre la psicología o la psiquiatría, como algo que se relaciona con la oscuridad y la locura principalmente.

Sin embargo, además de estos aspectos de información y de orientación general que son fundamentales como parte de la terapia familiar, otro de los objetivos importantes de la misma, es el de unir a la familia e integrar a todos sus diferentes miembros como un grupo más homogéneo, funcional e interactivo, con mejores relaciones y formas de comunicación entre sí, lo que definitivamente vendrá a facilitar el trabajo sobre uno o varios objetivos en común, de acuerdo a las carencias y a las necesidades que se hayan detectado entre ellos desde el inicio del proceso diagnóstico. Es ahí donde nos damos cuenta y podemos justificar la necesidad de una evaluación clínica completa de tipo familiar, ya que ella nos ayuda no sólo a definir el o los diagnósticos del tipo de trastornos que presente el o la paciente, sino también a detectar tales carencias y necesidades de los diferentes miembros de la familia como individuos, a la vez que de ésta como grupo. Precisamente, es ahí donde reside un tercer objetivo de la terapia familiar, que sería el de trabajar con ellos en forma terapéutica los diferentes tipos de conflictos que existan en la familia, ya sea debido al tipo de relación que se haya establecido entre el paciente con sus padres, pero igualmente con los hermanos y demás miembros de ésta. Al hacerlo, se tendrá que trabajar obviamente sobre el tipo de repercusiones que ello trae entre unos y otros, y extenderse además a los muy variados y diversos conflictos que pudieran existir en el ambiente familiar en general como grupo. Asimismo, la terapia familiar se convierte además en una gran oportunidad para detectar y trabajar en forma personal con cualquiera de sus miembros, que en un momento dado pueden presentar también diferentes tipos de patología, sea del orden físico o del orden emocional, y que por lo mismo influyen sobre el ambiente familiar, y naturalmente requieren de medidas de ayuda específica.

Como se puede ver por lo mencionado anteriormente, el enfocarse a la familia como grupo humano básico en el que ha nacido y se desarrolla nuestro o nuestra paciente infantil, es definitivamente una labor indispensable e ineludible en el trabajo psicológico o psiquiátrico en esta etapa de la vida. Habrá que recordar que aún en los casos en que la única medida de tratamiento sea el uso de un psicofármaco o el de una sesión de “terapia de juego” en forma individual, se puede correr el riesgo de no tomar en cuenta y descuidar la debida y necesaria atención al ambiente familiar y social del paciente, lo que de entrada podrá encontrarse con obstáculos importantes y visualizar un proceso de pronóstico reservado, que pudiera no llegar a funcionar en forma adecuada y exitosa (Continuará).

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