ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC).
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA
ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
(TRIGÉSIMA PARTE)
Al tratar de ubicarnos entonces en este mes de enero, en lo que sería una nueva línea de partida como una magnífica oportunidad para planear nuestro año, creo que es importante para nosotros como adultos, el que además de reflexionar sobre nuestras carencias y necesidades, así como sobre nuestros planes para mejorar y llevar a cabo nuevos objetivos, también tendremos que tomar en cuenta a los hijos, a los niños y a los adolescentes, sobre todo en el tipo de necesidades que ellos tienen y en la forma en que nosotros podemos cooperar y apoyarlos. Éste sería entonces el punto en que podemos integrar nuestro tema principal sobre la salud mental de los niños, añadiendo inclusive la de los adolescentes, para enfocarnos aún más específicamente a lo que ha sido el tema de esta serie de treinta columnas, y que se refiere a los trastornos de ansiedad, a cómo podemos conocerlos, detectar sus síntomas, canalizarlos en la dirección profesional adecuada, para que finalmente puedan ser tratados por medio de la ayuda específica y necesaria. Por lo mismo, las madres, los padres, los maestros y maestras, los educadores y educadoras, los y las pediatras, los y las psicólogas, médicos familiares y generales, tutores, abogados, guardianes y todos aquellos adultos encargados de trabajar con niños y niñas, de velar por su salud física y emocional, por su educación y buena orientación, involucrados en una u otra forma con ellos y ellas, debemos meditar y poner en práctica ciertas medidas para el trato y la educación de ellos, que les ayuden a prevenir la presencia de niveles muy altos de ansiedad, y por ende, la posibilidad de presentar además este tipo de trastornos descritos en nuestra columna.
¿Qué es precisamente lo que nosotros como adultos podemos hacer, o de qué forma podemos colaborar en dicha tarea para disminuir o incluso evitar ese riesgo? A continuación, se ha buscado mencionar una serie de recomendaciones sobre áreas que se consideran importantes en el desarrollo y la educación de los niños, y que están relacionadas con el manejo de la ansiedad, para disminuirla a niveles más naturales y tolerables, de manera que se puedan prevenir y evitar este tipo de trastornos en ellos.
1. Una de las áreas básicas en el cuidado y la educación de niños y niñas, es el tipo de relación que la madre en principio, pero de forma muy importante el padre también, son capaces de desarrollar con la criatura desde el embarazo, a través del parto y posteriormente en los años subsecuentes. La capacidad que cada uno de ellos tenga para comprometerse con el o la bebé, y formar un vínculo cercano y amoroso, mediante el cual se puedan hacer conscientes de sus necesidades para tratar de satisfacerlas lo mejor posible, es una de las condiciones básicas para el buen desarrollo tanto físico como psicológico de la criatura en un ambiente que pueda sentir reactivo, consistente, confiable y seguro. Hay que estar conscientes en nuestra época, que no sólo la presencia y la actividad de la madre es vital para ese buen desarrollo del bebé, sino que definitivamente también se requiere de la presencia dinámica de un padre desde el inicio, como una condición también fundamental y necesaria. Cuando no existe esa mancuerna activa y unida frente al bebé, cuando falta alguno de ellos, o en los casos en que no existe el compromiso verdadero de uno u otro, o de los dos, surge un desequilibrio emocional no aparente tal vez en esos primeros años, pero que a la larga traerá consecuencias en el desarrollo de la criatura. La realidad es que posiblemente el ambiente que se ha formado en la familia, no ha sido lo suficientemente capaz de llenar esas necesidades emocionales básicas y por ende, de proporcionar la confiabilidad, el amor y la seguridad que se requieren en este tipo de vínculos para obtener un mejor desarrollo. Precisamente, debido a estos rasgos, un ambiente familiar así durante los primeros años de vida, estimula y facilita la presencia de niveles más altos de ansiedad desde muy temprano en el desarrollo, lo que obviamente influirá sobre el o la bebé desde su nacimiento.
Ahí radica entonces la importancia que se le dé a una adecuada planeación de los hijos, de acuerdo a la situación específica de los padres, al tipo de compromiso y de vínculo en la relación de pareja que han desarrollado y a lo que se considera como el mejor momento de ambos para tenerlos. Idealmente, ello dependería en cuanto a su preparación, necesidades y expectativas tanto en lo personal individual como en lo que respecta al constituir una pareja, y no necesariamente cuando se trata de un accidente o de un acto casual, después del cual pueden darse una serie de arrepentimientos y reproches como consecuencia. Por lo mismo, situaciones como éstas tienden desde el principio a marcar el ambiente familiar como poco propicio para un buen desarrollo emocional, con mayor tendencia a niveles de insatisfacción, frustración, enojo y culpa, y naturalmente de ansiedad. Es ésta pues un área de suma importancia para la cimentación y construcción de un buen ambiente familiar desde el inicio, uno en el que las parejas pueden tomarse el tiempo para conocerse mejor, para desarrollar una relación y un compromiso de mayor intimidad, calidez, amor y seguridad entre ambos, y para encontrar entonces el momento propicio para tener uno o varios hijos, una vez que se sientan más comprometidos y preparados entre ellos. Desde ahí, se está buscando no sólo obtener una mejor relación de pareja, sino también formar las bases necesarias para la llegada del o la bebé cuando todos estén preparados, lo que además sirve para prevenir también la formación de esos niveles altos de ansiedad, que a largo plazo propician trastornos más serios (Continuará).