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Nuestra Salud Mental / TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH)

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(SEGUNDA PARTE)

Considerado como un problema infeccioso de origen neurológico cuando se describió por vez primera allá en los inicios del siglo pasado, posteriormente, a través de los años este tipo de sintomatología se siguió explicando en base a algún tipo de lesión a nivel cerebral, o de cierta disfunción fisiológica en dicho órgano, lo que dio pie a que se le llegara a conocer bajo los rubros de “Daño cerebral mínimo” y “Disfunción cerebral mínima” respectivamente, en las décadas de los sesentas hasta los ochentas; nombre que aún es utilizado por ciertas personas que no han logrado estar al corriente sobre el tema. A partir de los ochentas, en 1980 para ser precisos, año en que se publicó el tercer Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-III) de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), tales nombres desaparecieron por completo, para ser cambiados entonces por el de Trastorno por Déficit de Atención, con o sin hiperactividad, según estuviera presente o no dicho síntoma. Al no conocerse específicamente las causas del trastorno, aún en nuestros días, el nombre fue basado de acuerdo a los principales síntomas que presentan estos pacientes, y que son básicamente los problemas de atención, de concentración, así como de hiperactividad. A pesar de que este Manual Diagnóstico ha sido revalorado y modificado desde entonces en sus diferentes categorías, el nombre del TDAH se ha mantenido igual, debido a los numerosos estudios de investigación que se han llevado a cabo en diversos países, tales como EUA, Canadá, Australia, Alemania, etc., que han venido a confirmar plenamente la existencia de este trastorno diagnosticado así de acuerdo a la presencia de los síntomas mencionados. Actualmente, en la revisión que se hizo del último Manual Diagnóstico y Estadístico de la APA, el DSM-IV-R, publicado en 2000, el TDAH sigue portando el mismo nombre, aunque se le ha clasificado en determinados subgrupos como se verá a continuación, de acuerdo a los síntomas predominantes encontrados en las investigaciones mencionadas.

Se puede decir que el TDAH está constituido por una tríada principal de síntomas que son básicos para diagnosticarlo; ellos son: en primer lugar, esa dificultad innata para poder concentrarse y mantener la atención, lo que los hace sumamente distraídos para cualquier tipo de experiencias, lo mismo en la escuela, en el salón de clase que es donde con mayor frecuencia se le llega a detectar, así como en la familia, entre los compañeros y los amigos o en cualquier otro tipo de área que forma parte de su ambiente y de su vida. El segundo síntoma tiene que ver con los movimientos y la acción, ya que son personas sumamente inquietas, que no pueden estar sin moverse más allá de diez o quince minutos a lo máximo, puesto que necesitan estar constantemente en movimiento, en acciones que pueden o no tener sentido. Este síntoma es lo que se conoce como hiperactividad, no siempre presente en todas las personas que padecen el trastorno, por lo que al nombre de Trastorno por Déficit de Atención se le puede o no añadir la palabra con o sin hiperactividad, de acuerdo a ello. Finalmente, el tercer síntoma principal que forma parte de esta tríada es el de la impulsividad, ya que se trata de personas, sin importar la etapa de la vida a la que pertenezcan, que actúan espontánea e impetuosamente, sin pensar mucho en las acciones o decisiones que toman, y mucho menos en las consecuencias que ellos les acarreará, lo que generalmente las ubica en una posición de riesgos y problemas importantes, que ponen en peligro su integridad, e inclusive su vida, como se comprueba en una alta propensión a todo tipo de accidentes, como sucede en el caso de los niños o niñas al soltarse de la mano de sus padres y cruzar la calle sin mirar con riesgo de ser atropellados, o de los adolescentes y adultos que conducen un auto a altas velocidades, en estado de ebriedad, con el celular en la mano y la bebida o el cigarro en la otra, y así sucesivamente otro tipo de acciones mucho muy impulsivas. Al encontrarnos con estos síntomas y elaborar un diagnóstico, es muy importante comprobar que éstos se encuentran presentes en todo momento, en forma constante, en cualquier tipo de ambiente o área en la que se encuentre el paciente, y que definitivamente no son síntomas que se puedan controlar a voluntad, como erróneamente puede ser el frustrado deseo de los padres, de los familiares, de los maestros o de las demás personas a su alrededor.

Así pues, tenemos entonces esta tríada de síntomas que facilitan el diagnóstico de estos pacientes: la inatención con dificultad para concentrarse, la hiperactividad y la impulsividad. Tales síntomas determinaron que en el último DSM-IV, se decidiera clasificar a los pacientes en tres grupos: el primero que son aquéllos que presentan hiperactividad e impulsividad en mayor porcentaje en comparación con los otros síntomas; un segundo grupo que presenta principalmente los problemas de atención, y en menor grado la impulsividad e hiperactividad; y el tercer grupo o combinado, que es una mezcla de ambos en proporciones equilibradas. Además de estos síntomas básicos que definitivamente hacen el diagnóstico, estos chicos y chicas pueden presentar otra variedad de síntomas que también juegan un papel muy importante en su desarrollo y en sus vidas en general, a pesar que se les considere como síntomas secundarios, y que los revisaremos en la próxima semana (Continuará).

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