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Nuestra Salud Mental| TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH)

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC). CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(QUINTA PARTE)

El segundo síntoma principal que compone esta tríada del llamado TDAH, es el de la impulsividad. En este caso, no se trata exclusivamente de individuos que son muy espontáneos o naturales en su forma de hablar y de actuar, sino de un rasgo que va más allá de eso y que realmente tiene que ver con la dificultad e incluso imposibilidad para controlar sus acciones y sus palabras. Este síntoma se presenta naturalmente desde la más temprana infancia, y como su nombre lo indica, determina que el niño o la niña actúen de un modo excesivamente impulsivo e intempestivo, sin llegar a medir en ningún momento las consecuencias de sus acciones. Es así entonces, como pueden por ejemplo soltarse bruscamente de la mano de sus padres y atravesar corriendo una calle por sí mismos, sin siquiera mirar a los lados por si hay vehículos que pasen; igualmente, pueden saltar de una azotea imitando a algún superhéroe o personaje de los que ven en los programas televisivos o en las películas, sin pensar tampoco en las consecuencias que ello puede traerles. Por lo mismo, se trata de individuos sumamente impacientes, que presentan un nivel muy bajo de tolerancia a la frustración, y que esperan que todos sus deseos, no importa lo ilógico que puedan ser, se logren o se lleven a cabo inmediatamente sin tener que esperar. Mediante ese criterio, siempre intentan ser los primeros en lograr lo que quieren, y ello los hace saltar por encima de los demás, atropellándolos sin esperar su turno en las filas, en los juegos con sus amigos o compañeros de escuela, en los salones de clase, en las reuniones de trabajo o en cualquier ambiente en el que se desenvuelvan.

En la misma forma en que son tan impulsivos para actuar, lo son para hablar e igualmente tienden a decir lo primero que se les viene a la mente, casi en forma explosiva sin que haya mucho razonamiento previo de por medio. Aunque en las niñas o en los niños pequeños esta característica suele percibirse como muy graciosa y simpática al grado que inclusive los hace populares, conforme pasa el tiempo llega a ser considerada como imprudente, molesta, inadecuada, o hasta ofensiva y agresiva durante la infancia tardía, o también en los grupos de adolescentes y más aún entre los adultos mismos, de acuerdo al ambiente social en el que se desenvuelvan. Sin embargo, este rasgo acompañado de un buen sentido del humor llega a convertir a muchos de estos adolescentes y adultos, en “el alma de la fiesta”, como líderes imprescindibles simpáticos o carismáticos que poseen precisamente esa “chispa” que puede ser elogiada, aplaudida y apoyada por los demás. Sin embargo, en los escenarios más serios, como los de tipo educativo o laboral, este mismo rasgo funciona en el sentido contrario y más bien tiende a marginarlos y aislarlos de sus compañeros y de su ambiente social. En los adolescentes y en los adultos, esa impulsividad característica se prolonga a través de la vida, y se sigue reflejando en sus actuaciones o en su forma de expresarse, las cuales al igual que durante la infancia pueden ponerlos a riesgo en cuanto a su salud, a su integridad física o emocional, a sus estudios, a su trabajo, a sus finanzas o hasta su propia familia y su vida en general al enrolarse en actividades, experiencias o deportes peligrosos. La imprudencia y el poco tacto para actuar o para expresarse en ellos debido a su impulsividad, suele resultar en problemas de índole interpersonal tanto en lo marital, como en lo familiar, lo laboral y lo social en general.

Esta misma impulsividad los empuja a la búsqueda de experiencias atrevidas y novedosas que los exciten y emocionen constantemente, que estimulen su adrenalina por un determinado período de tiempo, para luego canalizarla en la búsqueda de otra experiencia diferente con características semejantes. Es así como pueden llegar a involucrarse muy fácilmente no sólo en el uso rutinario sino inclusive en el abuso del alcohol, del tabaco y de otro tipo de drogas, así como de experiencias sexuales, delictivas, o de apuestas en los juegos de azar, de deportes extremos y de cualquier otro tipo de actividad que los estimule y les provoque esas nuevas sensaciones y excitación que requieren. El orden, la disciplina, la organización y la constancia son rasgos que llegan a chocar y a desequilibrarse ante la impulsividad de estos sujetos, de manera que se ha encontrado que como adultos tienden a cambiar de empleo o de actividad con bastante frecuencia, pero también sucede algo parecido con sus parejas, de manera que pueden presentar un alto índice de separaciones, de divorcios o de encuentros y desencuentros con parejas que no llegan a funcionar del todo, y que a la larga les pueden dejar una sensación interior de soledad y vacío. Se ha encontrado sin embargo, que estos sujetos funcionan mejor en sus vidas cuando encuentran parejas que tienen características opuestas a las de ellos o ellas, es decir parejas que son más constantes, estructuradas, e inclusive de rasgos obsesivos que les ayuden en cierta forma a controlar o a canalizar mejor esa impulsividad y asimismo a equilibrar la relación marital (Continuará).

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