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Nuestra Salud Mental / TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD (TDAH)

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.

(PSILAC).

CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA

(DÉCIMA SEGUNDA PARTE)

¿Y uno se podría preguntar qué es lo que sucede con los adolescentes que presentan el TDAH respecto a estos síntomas sociales que se han descrito previamente? ¿Y sobre todo, qué es lo que sucede en cuanto a la integración de ellos dentro de los grupos de pares, un tema de gran importancia en esta etapa de la vida, si tomamos en cuenta el papel tan trascendental que juegan los grupos dentro del proceso de desarrollo? Respecto al tema, contamos con mayor información, puesto que como se ha comentado, la presencia de este trastorno ha sido detectada desde hace muchos años, y por lo mismo, ha habido oportunidad de estudiarla en adolescentes, aún si ha sido en menor grado que lo concerniente a la etapa infantil. Además, en nuestra propia experiencia de trabajo en esta región, también ha sido posible recolectar a lo largo de los años las observaciones clínicas pertinentes sobre estos sujetos en la etapa de la adolescencia. La experiencia observada en ellos, es en cierta forma muy semejante a lo que acontece en los niños. En primer lugar, es interesante detectar que tanto en los niveles de las escuelas secundarias o preparatorias, estos chicos parecen verse arrastrados a formar grupos entre sí con otros chicos que tienen características semejantes, puesto que también padecen el TDAH. Es incluso sorprendente que en tantas de estas instituciones los lleguen a acomodar juntos en el mismo salón de clase, agrupados todos bajo la clásica etiqueta de “los desordenados”, “los desastrosos” o “los burros” (tomando en cuenta que generalmente se encuentran a un nivel académico más atrasado respecto al grado en el que deberían funcionar), lo cual seguramente representa una tarea colosal y un fantástico reto educativo para aquellos maestros o maestras que los reciben como estudiantes.

Este tipo de grupos son definitivamente bastante difíciles de enfrentar, de manejar y de disciplinar, especialmente cuando no se cuenta con técnicas y estrategias adecuadas, e inclusive cuando en muchas escuelas ni siquiera se ha llegado al punto de detectar ni de diagnosticar este trastorno para canalizarlo en forma adecuada, lo que significa que en un alto porcentaje de los casos se está trabajando con ellos en la penumbra de los niveles intuitivos. La carga de tanta energía que emana de estos adolescentes puede estar siendo desperdiciada, y por lo general se ramifica en conductas tan impulsivas e hiperactivas, que viene a representar entonces una especie de bomba de tiempo circulante, que tiende a explotar periódicamente con cierta frecuencia y bajo determinadas circunstancias, sea en el ambiente escolar o por fuera. Cuando estos grupos se forman de manera natural y espontánea y funcionan por fuera de la escuela, la carga puede ser aún más peligrosa, ya que aunado a esta variedad de síntomas y conductas tan característicos, se llegan a sumar los excesos del tabaco, del alcohol o de otras drogas, con la impulsividad, la imprudencia y la alta velocidad en el uso de vehículos para cuyo manejo no siempre están preparados todavía. En esos casos, los riesgos son todavía mayores, y los resultados los llegamos a leer y a enterarnos en las noticias rojas de los fines de semana, al referirse a ciertos accidentes de tráfico sumamente dramáticos, catastróficos e incluso fatales, en los que pierden la vida este tipo de adolescentes con TDAH que pertenecen a grupos semejantes. Desgraciadamente, tales grupos suelen funcionar en ocasiones con la bendición y la complicidad consciente o inconsciente de los padres, que tienen dificultades para proveer la suficiente supervisión, disciplina y límites adecuados, ya sea porque en un porcentaje ello se deriva de la falta de información y orientación adecuada sobre este trastorno que ellos tienen, pero también sucede como resultado de la desidia, la frustración o la impotencia resultantes de tratar infructuosamente durante varios años de educar a estos muchachos, hasta llegar al grado de que los padres se rindan totalmente. En otros casos, tiene que ver con la separación existente entre padres e hijos, que inclusive hasta podría considerarse como una especie de descuido o de abandono, debido a que ambos padres trabajan o a sus múltiples actividades de todos tipos, que difícilmente les permiten acercarse a los hijos y mantenerse al tanto de sus problemas. Al final de cuentas también puede ser el resultado de ese fenómeno tan interesante y de moda en nuestra época, que se ha convertido en una especie de patrón educativo fomentado por los medios de comunicación reverenciados en el presente como los máximos especialistas, en ese típico estilo de permisividad postmoderna con tintes pseudopsicológicos. Gracias a éste, se intenta justificar el hecho de darles a los hijos todo lo que piden sin importar lo que sea, en aras de “no dañarlos emocionalmente”, ni producirles traumas para el resto de sus vidas, vidas que desgraciadamente, en tantos de los casos ni siquiera se alcanzarán a prolongar por muchos años (Continuará).

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