ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC)
CAPITULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACION PSIQUIATRICA MEXICANA
DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA
(DÉCIMA TERCERA PARTE)
Algunos adolescentes que padecen TDAH, logran mantener esa gracia, simpatía y carisma que presentaban desde niños, lo que puede llegar a colocarlos en una posición con ciertos privilegios o inclusive de liderazgo en algunos grupos, ya sea dentro de la escuela o también en el exterior, entre los chicos de su barrio o de su colonia. La mayoría de veces naturalmente, este tipo de liderazgo no va dirigido hacia conductas positivas o productivas, sino más bien a lo que comúnmente conocemos como “travesuras”, que pueden ser desde actos un tanto inocentes e infantiles todavía, producto de esa impulsividad y espontaneidad que les caracteriza, pero que también pueden llegar a alcanzar tintes más graves e inclusive delictivos y destructivos, lo que obviamente también los pone a riesgo en los diferentes ambientes sociales en los que se mueven. En tantas de las veces, ellos se pueden mantener integrados en el grupo y funcionar como líderes por un cierto tiempo, hasta que llega un momento en que la relación se termina, debido en parte a su falta de constancia en las actividades, pero también al hecho de que los otros adolescentes cambian, maduran y se cansan de ese tipo de liderazgo. Sin embargo, al igual que se comentaba con respecto a los niños, muchos de estos adolescentes al llegar a esta etapa, no logran integrarse ni pertenecer a ningún grupo debido a sus rasgos y síntomas de TDAH, que los puede alienar y mantener en posiciones más solitarias. Algunos de ellos especialmente, son muchachos que han sido expulsados en múltiples ocasiones de diferentes escuelas desde la primaria, un patrón que se ha prolongado durante la secundaria y la preparatoria, lo que naturalmente no les da el tiempo suficiente de estancia en ninguna institución para alcanzar a integrarse, ni para formar parte en forma constante de cualquier grupo. Este cambio frecuente de planteles termina por orillarlos a tomar una posición más solitaria, en la que llegan a sentirse rechazados y marginados, sin lograr encontrar su lugar dentro del grupo de pares, con las consecuentes repercusiones en su autoimagen y autoestima.
Al abordar este tema, es obvio que me he estado refiriendo con mayor frecuencia al género masculino, puesto que la mayoría de estudios realizados hasta nuestra época, han sido enfocados hacia los niños y los adolescentes varones. Ante esa evidencia, se podría llegar a pensar que las chicas están exentas de presentar este trastorno, lo cual es completamente falso. Sin embargo, uno se preguntaría entonces qué es lo que sucede con ellas, respecto a su capacidad para integrarse en los grupos de pares durante la adolescencia cuando ellas también presentan el TDAH. Una pregunta semejante al respecto se podría extender en lo que respecta a los adultos hombres o mujeres, en cuanto al estilo en que se integran a los grupos de pares. Desgraciadamente, no ha sido sino hasta en los últimos años, en que los diversos proyectos de investigación sobre el TDAH se han enfocado tanto al género femenino, como a los adultos hombres y mujeres para estudiar lo que sucede en ambos grupos, en un intento por responder a un gran número de preguntas semejantes. Inclusive, se puede comentar que en la consulta externa psiquiátrica local, el género masculino representado por niños y adolescentes ha predominado en un mayor porcentaje en lo referente a ser canalizados para recibir ayuda profesional, en comparación con las niñas o las muchachas, que suelen ser una minoría. Lo que se ha reportado en los estudios más recientes realizados en EUA por ejemplo, es que el porcentaje de chicas que padecen TDAH es mucho más alto de lo que se creía, pero que debido a una serie de factores variados, estas chicas pasan desapercibidas y no son detectadas, diagnosticadas o canalizadas para recibir la ayuda profesional adecuada. Por lo tanto, es difícil hablar de lo que sucede con ellas o también con los adultos respecto a una variedad de situaciones, incluidos estos síntomas sociales, mientras no contemos con la suficiente información proveniente de los diferentes estudios que se realizan actualmente en otros países, o incluso con la información de nuestra propia experiencia clínica en México o en nuestra comarca (Continuará).
(Mis disculpas a los lectores de esta columna, ya que por error mío se omitió esta décima tercera parte hace un par de semanas, y de la décima segunda se pasó a la décima cuarta).