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Nuestra Salud Mental / TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN (TDAH)

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.

(PSILAC).

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

(DÉCIMA SEXTA PARTE)

En aquellos pacientes en quienes se presenta paralelamente el TDAH, combinado con un trastorno depresivo, será importante diferenciar desde el punto de vista diagnóstico clínico entre dos aspectos importantes con respecto a este último. Hay ocasiones en que el chico o la chica presentan lo que se considera psiquiátricamente como un verdadero trastorno depresivo, ya sea en la forma de una depresión mayor o de una distimia, que son trastornos que incluyen los síntomas reportados en la columna de la semana pasada. Pero igualmente puede suceder que más bien nos encontremos ante lo que vendría a ser una reacción de tipo depresivo, cuyos síntomas también son semejantes en cuanto al estado de ánimo y demás características, pero que sin embargo, no tienen la intensidad ni las repercusiones de una depresión propiamente dicha. Reacciones de este tipo se suelen presentar con bastante frecuencia en individuos que padecen TDAH, tanto durante la infancia como en la adolescencia. Ello puede suceder en forma secundaria a una serie de factores que precisamente tienen que ver con los diversos déficits que poseen en las áreas que ya se han mencionado en columnas anteriores y las consecuentes repercusiones en su vida diaria. Una de las reacciones más frecuentes que aparece a lo largo de su vida escolar, está relacionada con esa sensación de malestar y fracaso que presentan estos chicos y chicas, debido a su mediocre funcionamiento en los aspectos académicos, lo que automáticamente los etiqueta negativamente en la escuela en que se encuentren, ya sea como “burros”, tontos o ineptos. Se trata de una etiqueta con la que a la larga ellos mismos se llegan a identificar al creerlo plenamente, influenciados por su ambiente familiar y escolar y especialmente al compararse con sus compañeros. Con el tiempo, ello les repercute en forma de un deterioro en su autoestima y su autoimagen, asociado a esa tendencia a deprimirse o “agüitarse” al sentirse “perdedores”, manifestado así en esos términos populares entre los jóvenes, y adoptados de películas o programas televisivos que forman parte de las subculturas adolescentes actuales.

Otro ejemplo de reacciones depresivas en estos individuos, puede darse también debido a esas dificultades que se han comentado anteriormente en lo referente al área de las relaciones interpersonales. Ello tiene que ver con el estilo con el que tratan de integrarse a los grupos y a los ambientes sociales en que se mueven como ya ha sido descrito antes, pero también debido a esa cierta típica “torpeza” social que presentan aún en las relaciones de uno a uno. Naturalmente, con el tiempo la respuesta ante tales situaciones les provoca sentimientos importantes de frustración, enojo, desilusión, tristeza e impotencia que buscan negar y esconder en ocasiones, o canalizar de diferentes maneras, pero que básicamente y en el fondo, se presenta en ellos como una reacción de tipo depresivo. Es entonces en estos casos, cuando hablamos de reacciones depresivas secundarias a tales factores y circunstancias, sin que necesariamente se trate en sí de lo que en nuestro campo consideraríamos como un verdadero trastorno depresivo. Sin embargo, es muy importante puntualizar el hecho de que con el tiempo, si tales reacciones se prolongan y se descuidan, pueden convertirse definitivamente en un trastorno depresivo propiamente dicho, de acuerdo a la intensidad, la permanencia y la cronicidad de los estímulos negativos presentes en su ambiente. Naturalmente que existen otros factores en juego, como es también la fuerza emocional y las capacidades propias de cada sujeto, que le permiten luchar, manejar y superar dichos estímulos, pero además y muy básicamente dependerá asimismo de la detección temprana que se haga de este tipo de reacciones, sea en el hogar o en la escuela, y de la ayuda y orientación profesional adecuadas que se les pueda brindar a tiempo.

En ambos casos, sea que nos estemos refiriendo a una reacción depresiva, o a un trastorno depresivo propiamente dicho, se debe enfatizar que es imprescindible la detección temprana de cualquiera de ambas circunstancias para remediarlas a tiempo, y prevenir de este modo las funestas consecuencias que se pueden derivar a la larga. En estos casos, es imperativo pensar ya no tan sólo en la ayuda que se le brinda a cada sujeto en cuanto a los síntomas de TDAH que presenta, sino también a este otro tipo de síntomas depresivos que igualmente requieren de atención y ayuda profesional específicas (Continuará).

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