No habían pasado dos días del nuevo operativo de seguridad para ?blindar? la Comarca Lagunera del narcotráfico, cuando nos topamos ya con la consecuencia negativa de los retenes, la parte más visible de esta estrategia.
La larga fila de automóviles en el bulevar Miguel Alemán en sus carriles de Gómez Palacio a Torreón el viernes y sábado por la noche sirvió para advertir que es muy posible que los principales afectados por estos operativos no sean los delincuentes a quienes se busca perseguir, sino los ciudadanos que no han cometido ninguna falta.
Quien haya tenido la idea de cerrar el ?puente plateado? para desviar el tráfico hacia un punto de revisión en el Río Nazas seguramente no tenía idea de que ése es uno de los principales puntos viales de la zona metropolitana de la Comarca. Las colas de dos kilómetros y la hora completa que mucha gente tuvo que esperar para cruzar a Torreón así lo demuestra.
Las autoridades de Torreón y Gómez Palacio, de plácemes por el arribo de militares y policías federales para reforzar la seguridad que ellos no han podido brindar, no han tenido la cara para reclamar por qué un operativo de seguridad interfirió de manera tan drástica en la vida de muchos ciudadanos.
La evaluación más certera del operativo no la dio ningún procurador o comandante policiaco. La dio un pasajero de un autobús suburbano, que gritó por la ventanilla: ?Ya saben dónde viven los narcotraficantes, ¿por qué no van a sus casas y los detienen? Dejen de hacer tanto circo?.
Las autoridades dicen que es mayor el beneficio que el daño por los retenes. Ojalá que en esos días no se haya quedado atrapada ninguna ambulancia o nadie respondiendo a una emergencia.
El operativo de seguridad es bienvenido si realmente busca arrancar de raíz el crimen organizado y dar tranquilidad a la población. Pero los delincuentes saben tomar rápido las medidas a este tipo de acciones. Las autoridades deben cuidar que el operativo de ?blindaje? no afecte la vida cotidiana.
