Para Marcelino el verdadero crimen está en convertir al movimiento del 68 en nota roja.
El 68 no es el 2 de octubre. Tampoco Rojo amanecer ni la versión Disney-Poniatovska. El movimiento estudiantil de 1968 fue una fiesta que terminó en borrachazo, asegura Marcelino Perelló, ex líder del movimiento estudiantil e inagotable voceador de la parte buena del 68.
Marcelino odia lo chafa. Siempre anduvo con las mujeres más guapas de la Universidad. Tuvo sexo por primera vez en Ciudad Universitaria, vivió exiliado 17 años en Rumania, Francia y España. Fue militante del Partido Comunista, es hijo de refugiados catalanes, matemático, locutor, profesor y todo un personaje.
Ordena pizza de cebolla, bebe ron blanco en caballito y es amante de lo imposible, tanto, que juntó a un perro y un gato en la misma casa. Tiene una hija fresa que de movimientos sociales no quiere saber nada, una hermana maoísta que le envía regalos a la puerta de su casa finamente envueltos, los cuales, de entrada, los confunde con bombas explosivas.
—Pero ¿quién te quiere matar?
—Un chin... de gente, aunque ahora creo que no se repetiría un 2 de octubre porque el único al que pueden mandar matar por subversivo es al Guiriguiri.
Para Marcelino el verdadero crimen está en convertir al movimiento del 68 en nota roja. “Es un gran error reducirlo a una noche trágica”.
Bebe un sorbo de su vino tinto para contestar a la pregunta ¿qué fue lo mejor del 68?
Los ojos le brillan aunque quién sabe si por el vino o por la emoción, pero contesta con otra pregunta.
¿Sabes qué es dormir en el despacho del director de la facultad? ¿Sabes lo que es caminar por todo Reforma con una bandera que significa un ideal? Nuestra conciencia social se pude ilustrar con los gritos. Cuando pasábamos por el ahora Sheraton Maria Isabel. ¡Ese hotel será hospital!.
Desde que se convirtió en joven nunca los abandonó. Toda su vida la ha pasado rodeado de ellos. Hoy es maestro de la Facultad de Ciencias de la UNAM y en su equipo de “Sentido contrario”, título de su programa de radio, la mayor tiene 30 años. Tal vez sea coincidencia o tal vez los jóvenes miren en él lo mismo que vieron los del 68: magia verbal.
Aunque él dice que los de su época son muy diferentes a éstos: la diferencia entre los jóvenes del 68 y los de hoy es que para los de ahora la felicidad está en compartir un Ixtapa con amigos. A mi generación el dinero nos valía. Nadie estaba ahí porque quisiera dinero, ni siquiera los que hoy tienen hueso político. Nadie pensaba en dinero, en que lo que hacíamos nos iba a redituar. Nuestra lucha era ideológica y la perdimos.
Los de ahora sí tienen ganas de hacer cosas, pero no tiene con qué o con quién. “Entonces tienen que irse con ma..., como el PRD, el movimiento zapatista, con Manuel López Obrador. Aunque no es su culpa sino nuestra porque no supimos heredarles nada”.
El mensaje del 68 les dejó miedo
“No le muevan porque ya ven cómo va a acabar la cosa”, eso dicen Rojo amanecer y Elena Poniatovska.
“Aquel entusiasmo nuestro se murió y ya no se nos permitió transmitirlo. Estos chavos ya no se creyeron nuestras banderas”, dice.
¿Y los que gritan a, a, a, anarquía y marchan con unos paliacates en la cara, cabello en pico, pantalones pegados y cadenas en las nalgas el 2 de octubre? Esos son lumpens. Osea sólo van a echar des...
“La masacre del 2 de octubre por lo tanto nos hizo mártires y de mártires pasamos a héroes y ya de héroes a senadores a asambleístas a delegados y ahí están los resultados, hay muchos sesentayochistas ma... del morbo, por eso no les gusta que digamos que el 68 fue poca madre”, dice.
En el 68 viví los momentos más placenteros de mi vida. Aprendí a vencer el miedo, y cuando se es joven eso es fácil e increíble. Por eso un día llegué a dar una conferencia al Tecnológico de Monterrey. E inicie con una pregunta: ¿quién quiere que se repita un 68? Sólo dos levantaron la mano. Comencé por explicarles todo lo chin... que fue el movimiento, los secuestros de camiones, las consignas, las fogatas, el ligue, los sueños. Una niña pidió la palabra: ¿por qué no nos pregunta otra vez?, dijo. ¿Quién quiere que se repita un 68? Y todos levantaron la mano.
Los chavos saben que nos reprimieron, pero no saben por qué. Convirtieron el 68 en un día, el 2 de octubre, y un movimiento estudiantil en una nota roja. Si el 68 no hubiera existido, tal vez hoy yo sería director técnico del América y puedo decir cualquier cosa de mis compañeros del movimiento, menos que alguno de ellos le va al América.