EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Nuestro ‘reality show’.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

En este país hay días dedicados a todo festejo y con todos motivos, así nos gusta, así somos y nadie nos va a cambiar. Celebrábamos a la madre el diez de mayo de cada año -pronto será la fecha correspondiente al 2007- pero ni siquiera en esas veinticuatro horas nos dejábamos de mentárnosla los unos a los otros: por una fea mirada, porque nos caemos gordos o por cualquier quítame de ahí esas pajas; pero el 10 de mayo las apapachamos, les llevamos serenata, les recitamos versos o les enviamos flores con tarjetas alusivas a un día tan grande. Nuestros hijos, según sus edades, las regalan con un trabajito manual y nosotros, señores de la casa, les damos un objeto de uso doméstico: una licuadora, un lavadero de hojalata y madera, una escoba nueva, un juego de cazuelas, una plancha, cacerolas, comal para que sigan echando gordas, etc. Nunca, o sólo muy raramente, las complacíamos con algo bonito o de uso personal.

Los días con dedicatoria empezaron a crecer el país sin que los sintiéramos: necesitábamos experimentar el reconcomio de no extender ese homenaje a los padres en comparación con el intenso, a veces simbólico e hiperbólico sentimentalismo -muy de película mexicana con Sara García en el papel de una sufrida madrecita- que por tantos años prodigamos a las madres de nuestros hijos. Por eso los comerciantes se las ingeniaron para inventar el “día del padre” mas no pararía ahí la cosa: luego siguió el día de los abuelos. ¿Cómo no festejarnos a nosotros mismos, tiernos viejecines?... y más tarde Televisa nos encasquetó el día del compadre para gratificar a los etílicos y tragantones padrinos de nuestros hijos o padres de nuestros ahijados: ahora, además de los días patrios centrales y otras fechas religiosas conmemorables, tenemos ocupado el calendario con el día del niño, el día de los jóvenes, el día de la tercera edad, el día del maestro, el día del estudiante, el día del Ejército –antes era el día del soldado- el día del amor y la amistad, el día de la familia y una larga lista más de festividades anuales que finalmente hizo erupción, hace unos meses, con el sorprendente por inconcebible “día del taco”. Así las cosas, no tardaremos en contemplar que los fabricantes y expendedores de bebidas alcohólicas van a proponer el muy merecido “día del borracho”.

El 30 de abril, por ejemplo, se celebró el día del niño en todo el sistema educativo básico del país y como sucede en cada una de las fechas consagradas a destacar la importancia y trascendencia de algo o de alguien, las vacuidades superaron a la esencia del propósito. Todas las criaturas fueron abrumadas con pequeños regalitos, alborozados festejos, juegos febriles, desfiles previos, música en altos niveles de sonido -como si los inocentes fueran sordos cual una tapia- y competencias deportivas variadas: corrieron, saltaron y bailaron, Al final había sangüichitos, limonada, dulces variados en abundancia, refrescos de todas marcas con lo que los niños fueron agasajados y regalados de modo qué, cuando cerca de medio día llegaron a sus casas los niños, abuelas, padres y hermanos estaban físicamente “para el arrastre” pero con el sistema nervioso ultra excitado aún pudieron pelear entre sí por el control de la televisión, desobedecer a sus mayores, faltarles el respeto y repudiar de hecho toda la comida. Si hubieran podido hacer una reflexión, las inmoladas criaturas habrían exclamado: ¡Qué bueno que ya se acabó esta madre y que mañana no hay clases!..

Más tarde, en reunión de amigos, la gente mayor se puso filosófica. Uno saltó y dijo: ¿Homenajear a los niños? ¡Pero si los muy canijos hacen lo que se les pega en gana a ciencia y paciencia de nosotros! Y cada uno dramatizó: “Qué quele desayunal mi ley?”... “¿Cuál pantaloncito le pongo?”... ¿Quele mirar las caricaturas o le pongo el reality show?... “No me aviente el huevo, chiquito”... “¡No me cachetee!”....“Ya no pelee con mamá”... “¡Tú, demonio, no metas el triciclo a la sala”... “Bueno, haz lo que te dé la gana, camión, al fin yo me voy al super y de ahí al Caliente. Ái que te cuide Gaviota...Besito a su mami: múa, múa, baaaay” Pero Gaviota la detiene: “Ay señora, antes de irse límpiese la cara, mire nomás como se la llenó de yema batida el niño éste”...

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 273007

elsiglo.mx