¿Guardaría usted durante cien años el directorio telefónico que hoy utiliza cotidianamente para localizar comercios, instituciones o personas conocidas? ¿Conservaría ese mamotreto de hojas blancas y amarillas y lo heredaría, como un objeto precioso, a sus hijos y nietos? Es difícil que alguien conscientemente realice tal cosa, porque este tipo de artículos, una vez cumplido su objetivo, no solamente se desecha, sino que hoy en día (por fortuna) se recicla. Su valor radica en la funcionalidad del presente. No obstante, si tenemos la suerte de abrir un directorio de la ciudad en la que uno vive, con un siglo de antigüedad, se asomará radicalmente la importancia de su preservación. En realidad se convierte en una fuente alternativa para construir la historia de un lugar.
Hace unos días fue presentada una edición facsimilar del Directorio Comercial e Industrial de La Laguna (1905-1906) cuyos editores fueron Baca y Aguirre, con los esfuerzos del Gobierno de Coahuila, a través del ICOCULT y del INAH, en el marco del Centenario de Torreón.
Por otra parte, hace ya más de diez años fue resguardada una copia del Directorio Político, Profesional, de Artes y Mercantil de La Laguna editado por Teófilo Acosta y José Mendívil, de los años 1908 y 1909, en el hoy Archivo Histórico de la Universidad Iberoamericana Juan Agustín de Espinoza, s.j., gracias a la donación de Fernando González Ruiz.
Así, contamos por el momento con dos materiales invaluables para conocer no solamente los aspectos comerciales o industriales de la época, sino la mentalidad que se puede deducir de los mismos, el tipo de lenguaje gráfico que se utilizaba en aquellos años y los datos anexos que parecía importante incluir para los habitantes de la región. Las dos obras se complementan, ya que como indicó la historiadora Silvia Castro el día de la presentación, el Directorio de 1905-1906 recoge la nomenclatura de las calles que luego se modificarían hacia 1908. Precisamente ése fue el argumento que manejó Teófilo Acosta y José Mendívil en el de 1908-1909 para que las personas adquirieran el nuevo Directorio: ?Las obras de esta índole publicadas con fecha anterior, resultan en la actualidad no solamente inútiles, sino aún perjudiciales, puesto que, en virtud de las nuevas nomenclaturas de las calles, ninguna dirección o domicilio de las negociaciones o de los propietarios que en ella se designan, resultan exactos, pues no hay ninguna analogía entre la nomenclatura antigua y la moderna?.
Resulta interesante que el más antiguo no incluye los números telefónicos, sólo las direcciones de lo anunciado, a pesar que ya existían los dos sistemas telefónicos, el Woessner y el Sepúlveda que sí se incluyeron en el posterior.
Al parecer, los primeros editores encontraron ciertas resistencias para recoger la información: ?Difícil y azarosa ha sido para nosotros la tarea que nos impusimos desde que concebimos la idea de formar este Directorio, tanto por los fuertes gastos que hubo de erogar para recojer (sic) uno por uno los nombres que contiene y sus informes, cuanto por los desprecios y a veces injurias que recibimos por parte del público cuando tratábamos de recojer (sic) los informes necesarios para la formación de nuestra obra??.
¿Qué tipo de elementos sugieren este tipo de obras? Realmente sus ?entradas? son múltiples y pueden mencionarse sólo algunos ejemplos, casi al azar, para observar la riqueza que pueden detonar. En el directorio más antiguo, aparece un anuncio de página completa, de la Señorita Brígida Loya, ?Partera recibida? especialista en enfermedades de Señora?, quien ofrecía sus servicios de día y de noche. Es la única mujer que aparece en la lista de ?médicos?. ¿Cuándo fueron desplazadas las mujeres como profesionales de los partos en la región? ¿En qué época se institucionalizó la medicina y se masculinizó? ¿Qué procesos tuvieron que ser asimilados para que una mujer, que antes se atendía con una especialista en ?enfermedades de señora?, acudiera con un ginecólogo?
Ya el doctor Nicolás León, quien en 1910 publicó dos tomos de su libro La Obstetricia en México, aseguraba que a principios del siglo XX miles de mujeres morían antes que consentir ver a un médico.
Por otra parte, los anuncios en inglés y la dedicación de un espacio exclusivo a la ?American Colony?, da cuenta de la gran cantidad de norteamericanos que se había instalado en estas tierras para aquellos años. En este directorio se incluyen las profesiones y actividades de las personas; por ello podemos saber qué tipo de oficios desempeñaban estos extranjeros: encontramos mecánicos, zapateros, fotógrafos y barberos, pero también cónsules o ingenieros que trabajaban en diversos comercios e industrias como el Banco Americano, la Metalúrgica, el Hotel Plaza, el Banco Americano, la Torreon Clothing Co.
Resulta curioso que aparezca una lista de americanos fallecidos en Torreón durante 1903 y 1905 y cuyos intereses ?presumiblemente económicos? habían sido vigilados por el cónsul Carothers (quien por cierto fue uno de los protagonistas en la matanza de los chinos en 1911).
¿Qué poder económico y político tenía esta colonia americana en la región? ¿Qué papel jugaron en las industrias y comercios nacientes? ¿Eran llamados a la Villa del Torreón para cubrir necesidades profesionales?
Un anuncio, también espectacular del medicamento ?Específico Oviedo? nos hace suponer la gran cantidad de personas que padecía enfermedades venéreas: ?Una botella es bastante para curar alguna enfermedad venérea; tres botellas bastan para curar por completo las sífilis en cualquier periodo? y se añade con ética comercial: ?Se garantiza la curación no cobrando horarios al enfermo hasta el completo alivio. Esta es la mejor garantía de que no es una medicina para especular?. Sería interesante que muchos medicamentos que se ofrecen hoy en día en los periódicos, incluyeran una garantía de este tipo.
Cada día se toma mayor conciencia de que la historia de una región no se escribe sólo con fuentes oficiales o gubernamentales, sino con todo aquello que nos pueda proporcionar información sobre una determinada época. Cada una de las fuentes constituye una aportación importante a cotejarse con otras. Estamos muy a tiempo, en apenas este siglo que cumple Torreón como ciudad, para recopilar cada vez más materiales antiguos, que finalmente dan cuenta de nuestro presente.
Y justamente nuestro presente también se ve reflejado en la XLVIII Muestra Internacional de Cine, del primero al 13 de febrero, un verdadero banquete cinematográfico. Ahora cambia de sede.
Vea las reseñas y más información en www.lag.uia.mx
lorellanatrinidad@lag.uia.mx