El primer ministro Ehud Olmert dijo ayer que la creación de un Estado palestino es de sumo interés para los israelíes, y que un fracaso para alcanzar un acuerdo de paz podría sumergir al Estado judío en un conflicto racial en el que los árabes demanden los mismos derechos de voto que los judíos. Si sucediera algo similar al apartheid sudafricano, consideró, sería el “fin del Estado de Israel”.
Si bien desde hace tiempo Olmert ha expresado que la demografía de la región desfavorece a Israel, los comentarios publicados en el diario Haaretz fueron los más fuertes que haya efectuado hasta ahora, en momentos que prepara a un público escéptico para el proceso de paz relanzado esta semana en Annapolis, en el estado norteamericano de Maryland.
Su referencia al apartheid fue explosiva porque las autoridades israelíes han rechazado cualquier tipo de comparación con el sistema racista que tuvo lugar en Sudáfrica.
Los palestinos buscan la creación de un Estado independiente en Franja de Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén, áreas que Israel capturó en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Numerosos demógrafos israelíes creen que la población árabe será mayor que la judía en el área. Esto se debe a la elevada tasa de natalidad árabe y a la población árabe que vive en Israel.
Los judíos son mayoría en Israel: representan al 80 por ciento de los 7 millones de habitantes. Sin embargo, si se incluyen Cisjordania y Gaza, los árabes integran casi la mitad de la población de la región.
Para garantizar que Israel pueda seguir siendo una democracia con una fuerte mayoría judía, Olmert apoya la idea de una evacuación de Cisjordania y partes del este de Jerusalén, tras la retirada de 2005 de Gaza.
Los 1.5 millón de árabes que son ciudadanos israelíes tienen el derecho de voto. Pero los cerca de 3.9 millones de palestinos que viven en Cisjordania y Gaza no tienen la ciudadanía israelí.
