Casi resulta prohibido a los tepehuanos manejar un vehículo; los tránsitos los agobian con infracciones
El Siglo de Durango
CANATLÁN, DGO.- La extrema pobreza, los abusos de autoridad y la corrupción obligan a los indígenas a emigrar en busca de mejores opciones de vida; algunos incursionan en el narcotráfico en riesgo de su libertad con tal de mitigar el hambre de sus familias.
Se aproxima la temporada de cosecha de manzana en Canatlán y Nuevo Ideal; familias completas de tepehuanos, huicholes y mexicaneros del municipio de Mezquital se preparan para emigrar a los campamentos construidos por la Secretaría de Desarrollo Social, con el propósito de ofrecer un lugar digno a los jornaleros.
Asiano de la Rosa Calleros, presidente del Comité de Derechos Humanos para la Región Indígena del Estado, señala que muchos indígenas tienen sus camionetas para trasladarse a los centros de trabajo, pero se enfrentan con los agentes de Tránsito que por todo les levantan acta de infracción, excepto si acceden a la “mordida”.
Para los indígenas resulta a estas alturas prohibido conducir sus vehículos, porque son objeto de infracción en la ciudad de Durango, Canatlán y Nuevo Ideal, a veces por falta de licencia, falla de un faro y demás desperfectos mecánicos, a sabiendas de que en la zona indígena no hay talleres de reparación.
Los agentes no andan con contemplaciones; de negarse a pagar el soborno, son objeto de infracciones muy elevadas. Por eso, De la Rosa Calleros pide al gobernador Ismael Hernández Deras consideración para los oriundos de Mezquital.
Comenta el también ex Alcalde de Mezquital que los indígenas tienen muchos problemas de linderos con vecinos de Nayarit, Jalisco y Zacatecas; son objeto de abusos de ejidatarios y pequeños propietarios.
Muchas veces no dejan otra alternativa a los indígenas que participar en el narcotráfico, donde tarde o temprano pasan a ser parte de las estadísticas de muertes por violencia y detenciones de parte de las autoridades.
Aunque muchas ocasiones las autoridades son corruptas y buscan sacarles dinero a los indígenas para no detenerlos, de no cumplir con la exigencias son torturados y entonces confiesan hasta lo que no cometieron respecto del cultivo y tráfico de drogas, cuando los “peces gordos” siguen en libertad.
Hasta de eso son capaces los indígenas con tal de quitar el hambre a sus familias, pues en estas tierras marginadas se carece de fuentes de empleo.
Por otro lado, las indígenas llegan a las ciudades a ocuparse en las fondas y a desempeñar labores domésticas con salarios muy bajos y lo mismo sucede a los hombres en los trabajos de jornaleros en Canatlán y Nuevo Ideal.
Por ese motivo, De la Rosa demanda al gobernador, Ismael Hernández Deras, mayor protección para los oriundos de Mezquital contra los abusos de los agentes de Tránsito y apoyo para generar fuentes de empleo, pues ante las carencias e injusticias el germen del vicio y drogadicción en ese terreno resulta fecundo.
Sin atención
Los albergues para jornaleros en Canatlán y Nuevo Ideal estaban en malas condiciones el año pasado, pues carecen de mantenimiento y servicios médicos.
Algunas ventanas están sin vidrios, las camas llenas de polvo y los techos como regaderas en tiempo de lluvias; las autoridades se contradicen en sus discursos.
El Siglo de Durango hizo un recorrido por esos lugares para ver si se cumplió con el compromiso de rehabilitación, lo cual sigue igual; se desconoce cuáles serán las garantías para los jornaleros, de quienes por ser indígenas, e ignorar sus derechos, les pagan bajos precios en la pizca de la manzana.