Rosario Robles estaba un poco nerviosa. (El Universal)
La ex jefa de Gobierno del DF se estrena como actriz en Los Monólogos de la Vagina
El Universal
MÉXICO, DF.- En el monólogo del parto, en el relato de una madre que da a luz un bebé, nació la actriz. Por fin, Rosario Robles dejó de leer enérgica, y habló emocionada, transmitió esperanza y alegría.
Era el casi final de la obra Los Monólogos de la Vagina, y cuando las últimas palabras fueron dichas por sus compañeras de escena Laura Luz y Dominika Paleta, el público se puso de pie y aplaudió. Era una aclamación muy distinta a las que ha recibido a lo largo de su vida política.
En el pequeño escenario, vestida de negro, descalza, bajo la luz de un reflector, la ex jefa de Gobierno del Distrito Federal, la ex presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la ex militante pagó la aclamación general como los artistas: con una caravana.
Se tomó de las manos de Laura Luz y de Dominika Paleta y repitió el gesto teatral. La sonrisa era la misma que cuando se encendieron los reflectores a las 20:10 horas de anoche. Era una Rosario Robles con absoluto dominio de sus emociones.
Noventa minutos duró la experiencia teatral, a beneficio de una asociación (Recuperación Total, RETO) que apoya a mujeres enfermas de cáncer mamario. Su ascenso al escenario artístico, a la candileja, secunda el ejemplo de otras mujeres de fama pública que de igual manera se solidarizan así con las mil y una causas de la mujer.
En Los Monólogos de la Vagina se cuentan historias de placer y dolor. Las voces teatrales ponen en la mente del público imágenes de violaciones, ultrajes, maltratos que enfrentan las mujeres aquí y en el resto del mundo. Las historias de Eve Ensler han dado la vuelta al mundo. Cientos de miles de personas han escuchado las narraciones en las que se descubre la ignorancia de la sociedad que cubre al órgano sexual femenino.
El valor social y político de la obra ha dado pie a que interpreten esos monólogos, por ejemplo Hillary Clinton, el personaje de poder público de mayor carisma que se ha solidarizado con la causa.
Para Rosario Robles su oportunidad ocurrió en un día de alta tensión política; coincidió con el auto de libertad de Carlos Ahumada Kurtz, actor clave del videoescándalo de 2004 que le costó a ella renunciar al PRD... pero no a la política.
Incluyó algunos mensajes “personalizados” en el guión original. Rió, en un alarde, de que en su vida nunca, nadie, ningún periodista, le ha preguntado sobre la vagina. Y que sería más fácil responder quién podría ser el próximo presidente o presidenta.
Al inicio tuvo algún titubeo, no apartaba la vista de las tarjetas con su parlamento, y ello contrastaba con sus compañeras de escena que transportaban al público en la gama de reacciones que suscita el texto que nació de más de 200 entrevistas a mujeres.
La mujer de las tormentas cayó a su vez en el encanto teatral de Laura Luz y Dominika Paleta. Disfrutó las intervenciones de las profesionales de la actuación artística. Parecía ajena a todo, incluso a los periodistas que se cansaron de buscar entre el público a personajes clave de la política.
Luego, habló del aborto. Acusó que miles de mujeres mueren por intervenciones quirúrgicas insalubres. Celebró que en el Distrito Federal se haya legalizado, pero lamentó la falta de ese derecho en el resto del país. Como en los viejos tiempos de los discursos políticos deploró “la doble moral y el oscurantismo que condenan a las mujeres” y lanzó una consigna de plaza pública: “¡Ni una muerta más!”.
Le tocó decir la denuncia contra la indiferencia nacional al fenómeno del asesinato de mujeres en Ciudad Juárez. Y volvió a exaltar a la mujer como un agente de poder. Había pasado una hora de ejercicio teatral cuando la mujer actriz empezaba a nacer. Y dedicó la narración del parto a su madre doña Rosario Berlanga, con el anhelo de estar presente en el momento en que su hija Mariana sea madre. “Yo quiero estar ahí”, le salió del alma.
A las 21:45 horas, Rosario Robles, entera, un personaje de poder, pagaba el precio de ser artista con una caravana.
Llora durante y después de la obra
En su papel como “Mujer 2” a Rosario Robles le correspondió actuar el monólogo “Yo estuve ahí” que narra la experiencia de una abuela que presencia el parto de su nieta y que provocó el llanto de Robles. Más tarde explicó: “En primera fila estaba mi mamá y mi hija. Cuando tuve a mi hija, mi madre estuvo ahí y cuando mi hija tenga una niña yo también estaré; me encantará ser la abuela”.
Pero también lloró al momento en que se entregaron los 60 mil pesos recuadados en taquilla a la Fundación Reto, organización dedicado a la prevención y cura del cáncer cervicouterino. ¿Por qué lloró?: “Porque yo, como muchas otras mujeres, tengo una histeroctomía. Gracias al papanicolao, el tratamiento fue a tiempo”.
Más de una hora tardó Rosario Robles en recorrer el restaurante para saludar y abrazar al público. Será difícil que actúe de nuevo porque sigue en campaña con Sostén.
Por ahora se queda con una convicción: “Si algo he aportado a este país es romper los esquemas de hacer política y ser mujer”. Lo cierto es que no siempre los políticos lloran en público dos veces.
Enfrenta saña de reporteros
¿Qué ha sido lo más difícil a lo largo de la carrera de Rosario Robles? “Pues el día de hoy” -el pasado martes-. Es decir, el día de su debut como actriz en Monólogos de la Vagina, el día que lloró frente a 300 personas, el día que coincidió con la liberación de Carlos Ahumada y, por tanto, debió enfrentar la saña de los reporteros de política.
“¿Qué piensa de la liberación de ‘su amigo’ Ahumada?”, le preguntaron en una conferencia luego de la función. La palabra “amigo” llevaba un énfasis malévolo. Robles respondió: “La coincidencia nada tiene que ver con la función de hoy y que fue a beneficio de Fundación Reto”.
Una reportera tomó el micrófono para cuestionarla sobre su relación con el empresario.
“Que triste que esa pregunta venga de una mujer. Yo he luchado por años para que la mujer no sea excluida sino tratada con equidad. Mi participación en la obra es congruente con lo que ha hecho Rosario Robles desde la trinchera política. Que triste que la polémica no sea en torno del tema de la obra”.
Ante la negativa por abordar la coyuntura política, un reportero soltó un último dardo inyectado de “mala leche” al decirle: “La vida política de Rosario Robles está íntimamente ligada para siempre con Carlos Ahumada”. Rosario Robles respondió lapidaria: “La vida política de Rosario Robles empezó hace 30 años en la Universidad como líder sindical; he sido diputada y jefa de Gobierno. Nunca he necesitado vejigas ni pantalones para nada. La vida política de Rosario Robles está íntimamente ligada a Rosario Robles”.
Ahí terminó la conferencia de prensa. Robles salió del escenario acompañada por Laura Luz y Dominika Paleta. En las butacas se quedaron los reporteros de política con la frustración de no haber obtenido una declaración escandalosa.
Entonces tocó el turno de la prensa farandulera que detuvo a Dominika Paleta para preguntarle sobre las supuestas adicciones de su cuñado Plutarco Haza. Habiendo aprendido la lección de Robles, Dominika dijo: “Eso pregúntenselo a él. Que triste que el tema de las entrevistas no sea la obra de teatro”.
La noche todavía no terminaba para Robles. Todavía subió a un restaurante ubicado en la parte alta del teatro para brindar con el público que asistió a la obra.
Todos la felicitaban aunque, en honor a la verdad, su histrionismo había sido limitado. En política, la exigencia es hablar con verdad, pero en teatro lo importante es la verosimilitud. Robles actuó sus monólogos como si fuera un discurso político y no como si fuera “una anciana contando su primera inundación vaginal” (monólogo “La inundación”). Su mayor mérito fue el último parlamento “Yo estuve ahí”, que narra la experiencia de una abuela en el parto de su nieta.