Hombres tercos que actúan
presumiendo de machismo sin igual
siempre mandan, nunca otorgan
porque su ego romperán
y como feroz animal
todo les parece mal.
Ese hombre que se cree rey
aunque súbditos ya no hay
no comprende que uno tiene
alma y voluntad igual.
Sólo lo que él dice
eso siempre se ha de hacer
y al que lo desobedeciere
el señor se convirtiere
en un ser muy anormal.
Que por miedo lo obedecen
aguantan por necesidad
yo diría que es un tirano
que impone su voluntad.
Grita con esquizofrenia
y da rienda a su maldad
exige que lo respeten
quejándose con frialdad
de todo lo que a “groso modo”
los demás siempre huirán
tapando con mucha astucia
sus enredos y algo más
riéndose siempre por dentro
del susto de los demás
que además corre con suerte
¡de que lo aguanten y ya!
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.