Damas tontas que exigís
a los caballeros razón
sin ver que sois las culpables
de lo mismo que pedís,
que si son celos o amor
sólo tú lo adivináis
que si no cumple el Señor
¿acaso tú sí cumplís?
Que quiero esto, quiero lo otro
que se hace esto y esto más
exigiendo y pidiendo
siempre, siempre ahí estás
¿Cuándo con benevolencia dejas los hechos pasar?
Nunca se hace lo que digo
siempre se hace lo demás
nunca te quedas callada
cuando a la tormenta vas;
desatando como siempre
un aguacero tenaz
que por todo tú te enojas
finges grande seriedad
recibiendo todo ello
con mucha incredulidad
debiendo sembrar en él
mucha culpabilidad
que no tuvo ni de chiste
la más mínima intención
ni de enojarse ni herirte
traumando su corazón
matando uno por uno
todos los alos de amor
y aún cual si fuera poco
¿quieres que pida perdón?
Que no aguantas nunca nada
porque crees que es vejación
yo diría lo contrario
que no tienes condición.
Para estar siempre casada
necesitas vocación.
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.