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Padres en acción| Diálogo

Yamil Darwich

todos los días escuchamos historias de jóvenes cometiendo errores graves; algunos, en ocasiones, se complican la adolescencia. Van desde la reprobación, accidentes por imprudencia, llegando a marcar su vida o las de otros congéneres; hasta los embarazos no deseados.

Ciertamente “prevenir es mejor que lamentar”, sin embargo, pocas veces nos damos oportunidades para reflexionar sobre la educación que estamos ofreciendo a nuestros hijos, porque …¡qué caray!, hay escuelas y universidades que enseñan cualquier profesión para la vida, pero pocas que capaciten para la paternidad y la vida familiar.

El tema ha sido discutido en muchos foros, ofreciendo alternativas múltiples de solución a problemas específicos de padres que sufren la adolescencia con sus hijos e hijas; pocas veces, o casi nunca, escuchamos sobre el mismo en términos de prevención, por lo que le propongo lo analicemos en este “Diálogo”.

Jorge Zuloaga y Norah Franco de Zuloaga, han escrito el libro “Padres en acción”, editado por McGraw Hill, donde ofrecen “recetas simples” para poder prevenir problemas futuros con los hijos adolescentes, a partir del principio de la buena educación a tiempo; dicen: “más vale un año antes que un minuto después”.

Aunque la mayoría de los padres declaramos que nuestros hijos son lo más importante, en la vida cotidiana tenemos actitudes que nos contradicen y los autores nos hacen ver errores frecuentemente cometidos, tales como: “pensar que platicar con ellos es pérdida de tiempo, en base a la edad”; el poco criterio y mala disposición mostrada al “impedirles la oportunidad de intervenir en conversaciones de sobremesa”; “posponer las cosas”¸ o “comúnmente están tan ocupados formando un patrimonio sin darse la oportunidad de convivir con ellos”. Es frecuente escuchar la justificación: “estamos sacrificando nuestro tiempo por ellos”; peor aún, considerar que la escuela es la responsable de educar, o “que vayan con sus amiguitos”.

Más adelante proponen acciones en contrario: “buscar momentos para platicar en familia”; “dejar lo que están haciendo y prestar atención a lo que dicen, haciendo contacto visual” y proponen “propiciar situaciones en que puedan quedar a solas con cada uno de los hijos en particular”. ¿Nos ponen el dedo en la llaga?

En otras ocasiones hemos dialogado referente a la vida acelerada que llevamos en la “Sociedad del Conocimiento”, del cómo nos hemos confundido entre lo que queremos tener o poseer, sacrificando el “ser”, incluida la felicidad durante el buen tránsito por la edad difícil que representa la adolescencia de los hijos. El llamado parece una buena oportunidad para atender preventivamente el problema. ¿Está usted en el caso?

Un punto fundamental de “la receta” es dedicarse a atender la autoestima de los muchachos, empezando por cuidar la propia, la de la pareja y del resto de los parientes. En psicología aprendemos que una baja en la autoestima de las personas genera disminución del cuidado de las mismas, inclusive llega a generarles sentimientos antisociales por la mala comparación con los demás, cerrando un círculo vicioso que genera ansiedad y hasta depresión. Le escribo algunos síntomas: desobediencia y conductas de choque social y/o familiar. Se ve lógico y simple, ¿verdad?

Los fisiólogos hablan de los momentos de mayor crisis y ansiedad en la vida de los humanos; sin duda, el más intenso es el trauma que se vive en el nacimiento, al abandonar el útero de la madre –donde está todo lo necesitado sin tener que pedirlo– para salir a través de un canal estrecho, al frío o calor extremo, con la responsabilidad de hacer por sí mismos acciones simples para vivir, como respirar, comer o controlar la temperatura; el segundo impacto se vive en la adolescencia, cuando vienen cambios físicos, psicológicos y hasta sociales, sufriendo por no saber quién se es, lo que se desea para sí o qué nos depara el futuro.

Los autores tratan el tema de forma simple y nos hacen recomendaciones elementales, que bien pueden ayudarnos a que el mundo de los jóvenes y de nosotros mismos sea más comprensible, dando respuestas a preguntas como: ¿qué le pasa a mi hijo?

Quienes tenemos el privilegio de tratar con adolescentes, hemos aprendido que los cambios en ellos son radicales y se presentan a una velocidad vertiginosa; las ceremonias de graduación nos despiertan a la realidad, al reconocerlos con vestimenta formal, desempeñándose con comportamientos “de adultos”; otra oportunidad es su regreso a clases, especialmente el primer día del bachillerato o universidad, momento espectacular en sus vidas, cuando han empezado a practicar el desempeño social como “mayores”.

Lo invito a profundizar en el tema y si usted tiene hijos en esa edad a poner “manos a la obra” y prepararse para disfrutar ese lapso de su vida, acompañado por adolescentes. ydarwich@ual.mx

*Jorge Zuloaga dictará una conferencia –gratuita– en el teatro Garibay, el 31 de agosto a las 20:00 hrs.

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